Francisco Copado posó este miércoles en la Fundació Miró Mallorca. | P. Pellicer

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La entrada de Francisco Copado en la gerencia de la Fundació Miró Mallorca en el año 2016 no estuvo exenta de polémica; a priori, un perfil gestor, más que artístico, no terminó de cuajar entre algunas voces del complicado mundo cultural de la Isla. Siete años más tarde, Copado considera que su elección fue acertada y así lo ha demostrado al frente de la institución. Le avala una larga lista de logros: rehabilitaciones, sobre todo una de gran envergadura como el Edificio Moneo y la próxima en Son Boter; exposiciones, programas educativos y sociales, y una proyección internacional al alza. Y aunque su contrato finalizó en febrero y en este momento ocupa la dirección en funciones hasta que se nombre a un nuevo responsable –el plazo para presentarse acaba en julio–, Copado confirma que se volverá a presentar al cargo porque mantiene «las mismas ganas e ilusión».

El Ajuntament de Palma ha convocado un nuevo concurso para la dirección de la Fundació Miró. ¿Volverá a presentarse?
—Sí, le puedo confirmar que voy a volver a presentarme. Y lo haré porque todavía tengo ganas e ilusión para seguir dirigiendo la Fundació. Principalmente, creo que quedarán muchas cosas por cerrar de mi proyecto en esta primera etapa. Sobre todo, en lo referente a la renovación, recuperación y conservación del patrimonio de la fundación. Es algo bastante complejo y queda una parte pendiente, que es la rehabilitación de Son Boter. Me gustaría verlo terminado. Además, tengo ideas y proyectos que creo que se pueden poner en marcha.

¿Se pueden avanzar esos nuevos proyectos?
—El concurso para la dirección está abierto hasta el 13 de julio. Prefiero no adelantar nada.

Como bien dice, la rehabilitación de Son Boter será un acontecimiento muy importante.
—Así es, pero también se han hecho muchas cosas en el apartado artístico y de actividades, no lo podemos olvidar, aunque de manera paralela mi preocupación también estaba en el patrimonio de la propia fundación. Lo conforman el Edificio Estrella, el Taller Sert y Son Boter, estos dos últimos son Bien de Interés Cultural (BIC). Esa parte necesitaba más tiempo, fíjese que la piscina de la cubierta del Edificio Moneo se vació en julio de 2016 y el edificio rehabilitado se inauguró en octubre de 2022.

Su nombramiento en el año 2016 fue polémico y recibió duras críticas de una parte del sector cultural. ¿Cree que ha demostrado que sí era perfil idóneo?
—Quizá no sea algo que deba contestar yo, lo que hemos ido haciendo habla por sí solo, tal vez lo tendrían que decir las personas que apostaron por mí. Pero si me lo pregunta a mí a título personal, le diré que sí.

¿Qué ha aprendido en estos siete años?
—Sobre todo, entre muchas otras cosas, a admirar todavía más la figura de Joan Miró, y sobre todo la de Pilar Juncosa. He podido profundizar y conocer mucho mejor al artista y a la persona; no olvidemos que estamos en el lugar donde él vivió casi los últimos treinta años de su vida. Pilar Juncosa no tuvo en su momento el protagonismo que merecía y, ahora, que la biblioteca de la Fundació Miró lleve su nombre demuestra que para nosotros sí lo tiene.

La pandemia no ayudó y fue un momento duro para todos.
—Lo peor de la pandemia del coronavirus fue la incertidumbre de no saber qué pasaría, no solo con la Fundació Miró y todo lo que estaba programado, también por el equipo, por los visitantes. Fueron momentos muy duros, pero se trabajó muchísimo y pudimos salir adelante con una labor bien hecha.

¿Es la Fundació Miró un atractivo turístico?
—Yo creo que sí, lo vemos en el incremento de visitantes, aunque con ese paréntesis que fue la pandemia. La Miró es ahora uno de los espacios a visitar dentro de Palma, como la Catedral, Bellver o Es Baluard. Nosotros podemos presumir de que nuestro visitante no aparece por casualidad en la Fundació, nadie pasea por Cala Major y entra aquí, mucho menos estando en una carretera tan empinada. No es un sitio de paso. Nuestro visitante viene a ver la Fundació, se desplaza y busca una experiencia positiva.

En su mandato, la obra de Miró ha viajado más que nunca.
—Ha sido un gran paso y uno de los aspectos que queríamos potenciar. Miró es universal y llega a cualquier persona. Obras de Palma han viajado a Canadá, donde tuvo lugar la primera gran exposición del artista; Japón, Bélgica, Corea y en Italia en varias ocasiones.

¿Ha habido algún contacto con el futuro equipo de Cort del PP?
—No, todavía no. Supongo que primero se tendrá configurar el equipo de gobierno.

¿Cómo es la relación con la Successió Miró?
—Muy buena. La familia está muy implicada en la Fundació, forman parte de sus órganos de gobierno y tenemos que cuidar esa relación. Destacaría su gran generosidad, principalmente por parte de Joan Punyet Miró y Lola Fernández [nieto y bisnieta de Miró], que están al frente de la Successió Miró.

Si no resultase reelegido, ¿qué consejo le daría a la nueva dirección?
—Es una buena pregunta. Le diría que piense antes de actuar, que marcara los ritmos, que conozca la institución y sus mecanismos internos. Y, sobre todo, que trabaje de manera conjunta con el personal de la Fundació, eso es imprescindible.