El escritor y cineasta David Trueba estará en Rata Corner. | ÓSCAR PEÑA

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David Trueba llega a la Isla con la agenda repleta. Este jueves a las 19.00 horas presenta en Rata Corner su último libro, El río baja sucio (Siruela) y este viernes presentará su documental Si me borrara el viento lo que yo canto, que repasa la vida del cantautor Chicho Sánchez Ferlosio. En su novela Trueba dibuja una Semana Santa donde dos jóvenes darán el salto a la madurez en medio de un desastre ecológico, la corrupción y un cadáver en la segunda línea.

¿Le llamó Pedro Sánchez para ser ministro de Cultura?
— Hace mucho tiempo que está en el aire y siempre digo lo mismo: que no. Ese cargo tiene que ser para quien le guste la política y yo no soy político, sino de hacer cosas. Y es curioso, porque me han llamado desde los dos sitios. También en la derecha tengo valedores. Pero no ha habido nada en serio. El nuevo ministro de Cultura me parece bien. No tengo mucha relación con nadie del mundo de la política. El problema es que la cultura tiene un presupuesto muy pequeño, hay muchas transferencias, se te come mucho la actividad. Y la primera misión de un ministro sería poner a la cultura y el arte en el lugar que se merece. El Estado invierte en cultura veinte euros por persona. En Francia, son 450 y en Dinamarca, 850.

Su novela transcurre en Semana Santa. Las vacaciones son terreno abonado de novelas juveniles.
— Cuando yo era adolescente la Semana Santa era una especie de miniverano, con un paisaje muy diferente porque hacía frío e incluso nevaba. Ahora, en muchas ocasiones, pasan las vacaciones en el sofá, delante de la pantalla. Pasaba las vacaciones en una infravivienda con techo de uralita donde veraneaba la clase obrera de Madrid en los sesenta. La casa estaba en Ávila. Mi padre seguía trabajando y nosotros estábamos asalvajados.

En su libro surge una vivienda similar a la que recuerda, pero con un entorno contaminado.
— Era una vida muy agradable: teníamos contacto con la naturaleza y te dejaban salir después. Había sensación de seguridad, de comunidad con la propia naturaleza, con los ríos, los caminos y las excursiones. Luego se transformó con el desarrollismo y el abuso de la naturaleza. Ahora hay una reivindicación de lo natural en los chicos por la pérdida de contacto con la naturaleza. Cada vez se concentran más en las grandes ciudades. No hay cerca un árbol, no ven nacer y morir una cosecha. Están desasosegados porque no tienen ninguna relación con el ciclo vital.

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Los personajes Tom y Martín veranean en un entorno contaminado y tecnológico.
— El teléfono móvil es su ventana principal. Y luego ves el Mar Menor, el maltrato del Mediterráneo... Hay lugares de toda la vida destrozados. La madre de uno de ellos vende su casa y él piensa que va a perder a su amigo, al que sólo ve en vacaciones. Son los últimos días con amigos tan importantes y esa perturbación está presente, tienen una relación muy intensa. Cuando vas a perder un amigo, por mucho que haya redes sociales, sabes que las relaciones están muy basadas en las geografías: en verte en el mismo colegio, en el mismo equipo. Si eres inteligente, sabes que te estás alejando.

Hay un terreno prohibido, donde vive un expresidiario y su hija.
— En el libro se habla de dar la oportunidad de enderezar su camino a aquellos que se torcieron. Y cómo la sociedad lo hace muy difícil. Aunque somos una sociedad libre, estigmatiza mucho. Es como la fábula del escorpión: cuando está rodeado de fuego, lo único que puede hacer es autolesionarse. Si dejas a una persona sin salir adelante tendrás un monstruo.

De los jóvenes, los centenials, se habla de que viven sumidos en la ansiedad y la frustración.
— Sobre ellos hay varios malentendidos. Voy a muchos institutos a dar charlas y estoy apesadumbrado por su imagen en los medios. Cuando salgo de los institutos lo hago con alegría. Tienen mucha curiosidad, pero también están muy acomplejados por una sociedad de consumo que solo les quiere sacar el dinero. Hay una mayoría de jóvenes españoles que viven bajo una dictadura mediática, en la que se presentan a jóvenes con mucho éxito muy temprano o que hay cometido alguna tropelía.

¿Cineasta o escritor?
— Disfruto mucho las dos facetas, cada una tiene sus problemas y sus virtudes. Cuando hago libros o películas siento un enorme placer al pensar que algún otro lo podrá valorar. No encuentro diferencias entre uno u otro. Hay unas historias para el cine y otras para la literatura.