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Tomás Harris vivió numerosas vidas y muy dispares en una sola. Fue aristócrata y a su vez bohemio. Una mezcla de andaluz y caballero británico. Coleccionista de arte, galerista y espía del servicio secreto británico. Pero por encima de todo quiso ser recordado como pintor. Una exposición con obras de Harris, que vivió en Camp de Mar después de dejar el espionaje en 1948, se inauguró ayer en la sala de plenos del Ajuntament de Andratx.

Al acto acudieron su sobrino José Antonio Buces, que posee la mitad de las piezas expuestas, y Andreu Jaume, que ofreció una charla ante el centenar de personas que abarrotó la sala. Jaume expuso que «su obra era audaz, genuina y muy expresiva».

La muestra, Andratx segons Harris, cuenta con 35 piezas, algunas de las cuales no se han exhibido nunca. Recogen paisajes mallorquines y retratos, pintados en diversas técnicas como el óleo, la litografía o el grabado. «Tuvo una vocación pictórica temprana y dominó muchos registros. Utilizaba un color muy vítreo y su pintura era inconformista», comentó el Jaume.

Su obra ha sido eclipsada durante mucho tiempo por su carrera de espía. Como miembro del MI5, Tomás Harris fue clave en el desembarco de Normandía y ayudó a desarmar una red de espionaje de Franco en Inglaterra. «Ha sido uno de los personajes más injustamente tratados. Cargaba con una leyenda negra», explicó Andreu Jaume sobre los rumores que atribuían a Harris el papel de doble espía soviético, y apuntó que «eso significaría que fue un traidor y no fue nada de eso. Fue un súbdito de la corona que combatió al nazismo». La exposición se puede visitar hasta el 28 de agosto.