La cubana Omara Portuondo, ayer en Valldemossa. Foto: TERESA AYUGA

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Omara Portuondo es una gran dama de la escena. Cubana de pura cepa, amante de su tierra y de sus canciones y con una voz portentosa que embriaga al espectador, regresa esta noche a la Isla tras su breve paso hace ya bastantes años. La cantante actuará esta noche dentro de las Noches Mediterráneas de Costa Nord, donde ofrecerá un concierto «repleto de canto y música».

-¿Qué recuerda de su actuación en Mallorca?
-Vine con un espectáculo de Tropicana que se emitió por televisión. Tenía ganas de regresar, creo que esta isla es preciosa. Espero volver otra vez.

-Usted empezó su carrera en el Tropicana. ¿Qué recuerda de aquella época?

-Siempre he estado rodeada de música. El Tropicana es como una escuela porque el escenario es grande y permite conocerte como eres como artista. Para mí, el Tropicana forma parte de ese conjunto de hechos o circunstancias que he ido encontrándome a lo largo de mi carrera y que me han permitido hallar mi camino. Todo el mundo debería pasar por este cabaret. Aún así, a pesar de la suerte, debo reconocer que la naturaleza me ha dotado de unas condiciones especiales que me han permitido poder dedicarme de lleno a la canción.

-¿Es necesaria la pasión por la música para cantar?

-No sólo es necesaria la pasión, también las condiciones que te ofrece la naturaleza. Oído melódico, armónico y el contacto con otros músicos.

-Usted siempre ha dicho que el Cuarteto de Orlando de la Rosa fue su auténtica escuela.

-Formó parte de mi educación porque me enseñó nuevos elementos, al igual que otros grupos a los que pertenecí. Con la formación de Orlando de la Rosa conocí Estados Unidos, ya que permanecí seis meses de gira por el país. Después, tras mi paso por varios grupos, llegó el momento de actuar en solitario. Fue en 1967 y, como no podía ser de otra manera, fue en el Tropicana.

-¿Encontrar su camino en solitario era un paso que debía dar para completar su carrera?

-Era el paso normal pero, dentro de las formaciones en las que trabajé también pude encontrar mi camino. Fueron la universidad de mi carrera y una buena manera de empezar. El hecho de no pertenecer a un grupo implica empezar a definir tu estilo, tu trabajo, saber cuáles son tus posibilidades, conocer tus condiciones. Me parece magnífico haber pasado por todo el proceso previo, pero necesitaba cantar sola. Aunque, a pesar de todo, siempre he tenido gente al lado que me ha ayudado, que me ha enseñado. Como Compay Segundo, un hombre excepcional y una gran pérdida para la música.

-Precisamente, junto a Compay y Buena Vista Social Club logró el éxito a nivel internacional.

-Fue un éxito merecido para todos tras toda una vida dedicada a la música. Nos ha permitido conocer diferentes públicos y acercar la música cubana a todo el mundo. Cuba tiene grandes artistas, algunos reconocidos y otros no, que hacen de la isla un lugar especial. En Cuba hay grandes músicos por un cúmulo de elementos. A pesar de ser un lugar pequeño es muy especial, muy alegre. Se ve que estamos más concentrados, más unidos.

- Una de sus cualidades ha sido saber interiorizar sus temas y expresarlos como si sintiera lo que dice en ese momento.

-Es básico expresar lo que se canta, es una forma de actuar sincera. Hay que amar lo que se hace, aunque no te de todo lo que anhelas. Sigo manteniendo las ganas de amar, mis dos grandes pasiones: la música y mi tierra.