Artistas y galeristas no coinciden al valorar la directiva que
acaba de aprobar la Unión Europea sobre la reventa de obras de arte
por la que, a partir de 2006, se pagará un porcentaje al creador
por cada venta sucesiva de una pieza, algo que afectará a
marchantes y coleccionistas. Francia ya contaba con una ley
similar. Y también España, donde parece que no había un
cumplimiento estricto de la misma. La decisión provoca satisfacción
en los artistas y temor en los galeristas porque creen que el
mercado se trasladará a EE UU y Suiza. Los porcentajes son de 2'5 a
4 por ciento, dependiendo del precio. El mínimo, 500.000
pesetas.
Los herederos del artista cobrarán si la reventa se hace en un
período menor a los 70 años desde su muerte. «Me parece fabuloso
porque la mayoría de las obras las vendemos por dos duros y es
después cuando se cotizan», dice el pintor Jesús Cánovas. El mundo
del arte local aún no está bien informado sobre esta decisión de la
UE. Y tampoco de la ley española anterior. Ésta señalaba un
porcentaje del 3 por ciento para las ventas en subasta y la segunda
venta, cuando el comprador vendía. Según la UE, los porcentajes se
aplicarán ya a la primera venta, cuando el galerista compra al
artista.
Bernardo Rabassa, vicepresidente de los galeristas europeos,
conoce bien la normativa. «Este impuesto trasladará el mercado a EE
UU o a Suiza, donde no existe. Las grandes casas de subastas ya
anuncian su traslado. Será perjudicial para el artista porque
galeristas y coleccionistas preferirán al americano o de fuera de
la Unión Europea. Las galerías que no puedan sobrevivir cerrarán.
Una posibilidad más lógica es que el porcentaje se pagara sobre el
beneficio que genere la obra porque hay artistas que, por el
mercado, han perdido cotización en algún momento y resulta absurdo
que si el coleccionista pierde encima le graven».
El pintor Ramon Canet está de acuerdo con que se protejan los
derechos de los artistas, «irrenunciables», porque «en toda
transacción siempre sale beneficiado el intermediario y no el
creador». «Esto afectará, sobre todo, a la obra «de los que se
cotizan mucho». Joan Bennassar, pintor, dice que el mundo del arte
es «caótico». «Aunque los artistas se intentan organizar es un
mundo que no debe estructurarse demasiado». Y apunta: «No puedo
estar en contra porque sería como tirar piedras al mar». Si la
normativa tiene consecuencias negativas para el mercado, «nunca
perderá el consagrado, sino el débil», reflexiona.
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