Àlex Fito, con el alcalde de Barcelona y el conseller de Cultura catalán.

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ANDREU GOMILA - BARCELONA La decimonovena edición del Saló Internacional del Còmic de Barcelona abrió ayer sus puertas en la Estació de França con dos nombres que sobresalen por encima del resto: el catalán y residente en Mallorca Max y el mallorquín y colaborador de Àlex Fito. Ambos protagonizan dos de las seis exposiciones del certamen después de ganar, el año pasado, el Gran Premio del Saló y el galardón al autor revelación, respectivamente.

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La inauguración quedó deslucida por la lluvia que se filtró por el techo de la estación ferroviaria, hecho que provocó que Max tuviera que descolgar sus viñetas de su «Caminito de Pernambuco». El autor catalán, afincado en Mallorca, recoge en esta exposición su primera retrospectiva completa del conjunto de su obra, desde sus inicios en la escena underground hasta sus trabajos actuales, entre los que se puede observar la mascota que diseñó para el centenario del Fútbol Club Barcelona, Clam. Max, asimismo, presentó, junto a Pere Joan, Linhart y Sebastià Marí, su nuevo proyecto editorial, Inrevés Edicions, continuador de la revista «Nosotros Somos los Muertos», fallecida hace unos años.

Pere Joan aseguró a este diario que Inrevés supone «hacer más profesional el trabajo iniciado con 'Nosotros Somos los Muertos'», después de los problemas que, tanto Max como él, sufrieron con diversas editoriales «que no cumplieron lo que decían». Así, el Saló recibió cuatro de sus primeras monografías: «Estigmas' de Matoti», «Doctor Nueva York», de Julie Doucet, «Fin» de Linhart (su primer libro) y la colección de dibujos del mismo Pere Joan, «Tingram». El autor mallorquín señaló que todas estas obras, debido a la situación que vive en la actualidad el mercado editorial de cómics, «hubieran sido muy difíciles de publicar en otra parte».