Cada vez son más los estudiantes, desde Primaria a la universidad, que requieren un refuerzo educativo para aprobar determinadas asignaturas.

En líneas generales, se calcula que en torno a unos dos millones de estudiantes españoles reciben clases particulares. Y es que los buenos resultados académicos se han convertido en una de las preocupaciones principales de padres e hijos. Por eso, según explica el blog Superprof.es, el 'boom' delas clases particulares se debe a que cada vez son más los alumnos que buscan a alguien que les ayude individualmente a trabajar algunos aspectos difíciles de una asignatura o que les aporte una nueva metodología de estudio. Hay muchos alumnos que son excelentes en unas materias, pero que tienen muchas dificultades en otras. Por lo general, se trata de la eterna dualidad de letras (inglés, español, gallego, catalán, euskera, filosofía, historia…) y ciencias (matemáticas, física, química, biología, tecnología…).

Cabe señalar, sin embargo, que aunque las más demandadas son las de matemáticas, inglés, física, química y lengua, las clases particulares no incluyen únicamente las clases de refuerzo escolar (que llega hasta la mismísima universidad), sino también aquellas de cualquier otro tipo de materia y nivel (música, yoga, pintura, baile...).

Junto al típico profesor particular de toda la vida, experto en una asignatura o en varias, que puede desplazarse a domicilio o dar las clases en su casa o en un local habilitado al efecto, encontramos –cada vez en mayor número–, las academias, institutos y los propios centros educativos. Unos y otros basan el éxito de su negocio en su reputación, que se materializa en el número de aprobados que consiguen. El perfil del alumno que recurre a este tipo de profesionales es asimismo muy amplio. No puede ceñirse tan solo al concepto de “mal estudiante”. En el caso de los más jóvenes, algunos alumnos pertenecen a familias que por la razón que sea tienen que mudar cada poco tiempo de domicilio y que, como consecuencia de ello, acaban perdiendo el ritmo y corren peligro de quedarse descolgados del sistema educativo. También puede ocurrir que las profesiones de los padres de un alumno les obliguen a salir de casa muy pronto por la mañana y llegar muy tarde por la noche. En estos casos, el recurrir a los servicios de un profesor particular, además de ayudarles en las tareas del colegio, evita que los niños se queden solos todo el día. Por supuesto, sus servicios pueden variar y evolucionar en función de la edad del alumno y de sus necesidades. Lo normal es que sus responsabilidades vayan desde explicarles aquello que no entiendan a ayudarles con los deberes, pasando por asegurarse de que han estudiado para su próximo examen.

Las cifras del negocio

Resulta muy complicado hablar de cifras muy concretas acerca del mercado de las clases particulares en nuestro país porque una mayoría no está debidamente regulada. En líneas generales, las clases particulares mueven varios miles de millones de euros anualmente, pero si tenemos en cuenta que un alto porcentaje de esta cantidad forma parte de la llamada “economía sumergida”, resulta muy difícil concretar el montante final. Sabemos que una gran parte de los ingresos procedentes de esta práctica profesional (se calcula que unos 1 800 millones de euros anuales) provienen del mercado negro.

Por supuesto, el precio de las clases depende de muchos factores diversos: la formación y experiencia del profesor, la materia que imparte, el nivel de docencia, los materiales necesarios, las horas de clase, el número de sesiones semanales, el tipo de desplazamiento, etc.

En líneas generales, el precio medio de las clases particulares se sitúa en unos 15-20 euros la hora, aunque esta tarifa fluctúa considerablemente de una Comunidad a otra y de una ciudad a otra. También se cobran de diferente manera si se dan de manera exclusiva a un alumno o si se comparte el tiempo con varios. En este último caso, al funcionar en la práctica como una academia, el precio suele reducirse considerablemente.