La Escoleta ASIMA está situada en el Polígono de Son Castelló.

Mi nombre es Jordi. Tengo 2 años y tengo unos papis maravillosos. Todos los días mi madre, que trabaja en el Polígono de Son Castelló me trae a un cole, de mayores y pequeños. Yo voy con los grandes. Los pequeñitos están en unas hamaquitas y se ríen. Todos somos grandes amigos. Pero, todos tenemos uno muy especial. Es de colores, de muchos, verde, rojo, amarillo, azul, y encima nos hace cosquillas en el pecho. Es un perro pulpo. Se llama Pepu. Es nuestra mascota.

Cuando entramos por la puerta, todo son atenciones y mimos. Me siento como en mi casa. Andrea, Mariam, Mari, Cristina, Xisca, Micaela y Ascen piensan en nosotros. Nos ayudan a descubrir el cine, la música, el baile, la arquitectura, cuidan de nuestro pescado y verduras… porque claro, para ser mayor y tocar el cielo, tenemos que empezar desde el suelo. Allí es nuestro mundo ahora. Tenemos colores, papel, juegos, caretas, rincones, pizarras donde todos los días dejamos nuestras huellas.

Ayer tarde tuve un sueño. Mis profesoras me dejaron ser el maestro. Estaba en una escuela junto a una 'seño', que se parecía mucho a la nuestra, pero algo había que la hacía diferente. No recuerdo muy bien como era su cara, pero sí su voz, sus ganas, su esfuerzo y su empeño para sacar lo mejor de nosotros. Escuchaba atento sus palabras. Eran cariñosas, motivadoras, firmes, serenas, me sentía muy seguro. Era como un espejo para mí.

Escoleta ASIMA

Luego, me fui al comedor con ella, y me comí unas ricas lentejas y un pescadito como el que me hace mi abuela en el pueblo en el que pasamos los veranos. Al final, me pusieron música de un señor que se llama Mozart y me quedé dormido.

A mis amigas mayores, las profes, la cocinera y la directora, se les nota mucho que ellas fueron también niñas. Es algo muy bonito de notar, porque ellas me alegran y me enseñan lo que saben y encima se superan. Creen en nosotros, en nuestros valores, talentos y virtudes; y si hacemos las cosas mal, nos dicen lo bien que lo hicimos, para que lo volvamos a intentar.

¡Ay! Me desperté. Mi sueño es una realidad. Mi madre toca la puerta, trabaja enfrente. No pierde tiempo. Nos vamos a casa. ¡Hasta mañana chicas! Good bye Pepu!

Llaman a mi madre por teléfono y la escucho: «-Si Jorge, lo acabo de recoger, está muy contento». Para ella, lo importante es que yo sea feliz por encima de todo y encima aprendemos a ser personas con nuestras mejores cualidades.