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F. Fernández El tren hacia Pekín pasa por Novi Sad. La ciudad serbia alberga este fin de semana el último torneo clasificatorio para los Juegos Olímpicos dentro del calendario de grecorromana. O lo que es lo mismo, que Moisés Sánchez está ante la oportunidad decisiva para certificar su segunda presencia en la gran cita del deporte universal, tras representar a España en Atenas 2004. El luchador mallorquín será la baza nacional en los 66 kilos, y el objetivo es muy claro. A Moisés sólo le vale colgarse una medalla, es decir, acabar entre los tres primeros, para sellar su pasaporte olímpico a poco más de dos meses para el arranque de la competición en la capital china.

Tras no poder aprovechar las oportunidades del Europeo (en el que su hermano Fran se clasificó en lucha libre, dentro de los 55 kilos) y el primer Preolímpico, celebrado en Roma, y en el que fue eliminado por el uzbeko Rawshan Ruzikulov, a Moisés se le presenta cada uno de los combates como una final. Será a lo largo de la jornada del sábado cuando queden despejadas las incógnitas del mayor de la saga Sánchez, que pretende seguir los pasos de Teresa Méndez, su hermano Fran y Maider Unda, los tres luchadores españoles ya clasificados para Pekín.

El buen momento de forma de Moisés, unido a sus ganas por seguir en el equipo olímpico nacional se convierten en estímulos añadidos para el deportista del Budokán, que contará a su favor con la ausencia de algunos de los adversarios más temibles, que ya aseguraron su concurso en los Juegos. Con ello, el cuadro puede ser más asequible para un Moisés que quiere regresar a la Isla con una medalla y, en consecuencia, con su credencial olímpica bajo el brazo.