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El Mallorca ya ha despertado. A diferencia de lo que había sucedido hasta ahora, el equipo de Manzano echó en falta la calidad de sus hombres más determinantes y acabó el partido atascado en su propio juego. Si a eso se le une la lamentable actuación del cántabro Pérez Burrull, que invalidó un gol legal a Güiza en el minuto 91, el resultado es claro: primera derrota de la temporada y un toque de atención considerable (0-1).

No fue una buena tarde para el conjunto balear, que amaneció despejado y se fue diluyendo como un azucarillo a medida que el sol se apartaba del ONO Estadi. Jonás, teóricamente el futbolista más afectado por el virus FIFA de todos los que pisaron ayer la arena, espoleó al equipo en los minutos de tanteo y arrinconó al invitado con sus señas de identidad, una puñalada por la banda izquierda que activó a Cygan y un seco disparo que puso a Viera en sobreaviso. En esa fase, el Mallorca se sentía comodo y se atrevía incluso a quitarle el polvo a la pizarra con una jugada de manual que, tras morir en el palo impulsada por Víctor, acabó convertida en la mejor ocasión de la tarde (minuto 14). Lejos de catapultarle, la oportunidad descargó la tensión bermellona y le abrió la puerta al Villarreal. El grupo de Pellegrini, después de pasarse los primeros veinte minutos sesteando, se rebeló con fiereza a través de un proyectil del Guille Franco y su réplica posterior, que apareció en forma de un testarazo que Moyà descosió sin problemas. Era el minuto 26 y el primer acto llegaba a su fin, porque lo que ocurrió a partir de entonces no aportó nada, ni bueno, ni malo.

En el descanso, Gregorio Manzano le echó un vistazo a sus apuntes y aplicó el bisturí. Sacó del tapete a Víctor y apostó por Arango, confiando quizá en la amplitud de recursos del venezolano, pero el movimiento resultó inocuo. La sociedad de centrales del Villarreal (Fuentes-Cygan) selló todas las carreteras que conducían a Viera y de paso, había consumido la paciencia de Dani Güiza, que a esa altura empezaba a exhibir los primeros gestos de desesperación. El jerezano es el tipo con más pólvora de la plantilla, pero su racha se ha interumpido en el momento menos oportuno y si su punto de mira se descoloca, el Mallorca retrocede al mismo punto en el que se encontraba la temporada pasada. Algo parecido sucede con Ibagaza. El crack argentino no pudo ayer con el músculo de Marcos Senna (su sombra a lo largo de todo el encuentro) y la falta de suministro generó problemas de todo tipo.

El Villarreal encaró la segunda mitad con otro aroma. Pellegrini ordenó a Pires que se vaciara antes de que mandarlo a la ducha y el francés estuvo a punto a provocar un cortocircuito en dos ocasiones. Los locales, en cambio, volvieron a escuchar el sonido del palo gracias a un afortunado centro-chut de Héctor (minuto 59) y poco más. Sólo un lanzamiento de Arango al que le sobró altura (minuto 74) elevó los decibelios de una grada que comenzaba a aprobar el empate.

Mientras tanto, el técnico visitante seguía rotando sus peones y volcaba en el césped toda la munición que almacenaba en el banco: Mati Fernández, Nihat y Cani. Su ambición le reportó beneficios inmediatos y su equipo se topó un libre directo en la antesala del área que transformó en petróleo. Nihat, ansioso por sumarse de nuevo a la primera fila del campeonato, dibujó un tiro perfecto que sorprendió a Moyà, que probablemente esperaba la intervención de un francotirador zurdo como Capdevila. La pelota se fue a dormir al fondo de la portería y el Mallorca encjó un golpe tan doloroso como imprevisto, ya que su margen de maniobra era prácticamente inexistente.

Pese a todo, el equipo de Manzano lo dio todo y se fue en busca de un imposible que llegó a tener en las manos. El Villarreal le perdonó la vida a su anfitrión cuando el telón ya caía y estuvo a punto de arruinarse. El Chori Castro, que llevaba apenas veinte minutos en acción, construyó la mejor acción individual del partido y le ofreció un tanto en bandeja a Güiza, que igualó la cita en sintonía con Viera. El milagro era un hecho, pero Pérez Burrull y Lamsfus Bartolomé (su asistente) lo abortaron. La primera en la frente.