Daniel Güiza festeja el tanto que marcó ayer en el Calderón. Foto: ISRAEL L. MURILLO

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Miquel Alzamora Hacerlo fácil en fútbol es habitualmente lo más difícil, de lo contrario, todos los porteros darían la pelota a un compañero en el medio campo y éste la pasaría al delantero para que marcara.

La mejor improvisación es la que está preparada y el Mallorca no improvisó en el tanto de Güiza, sino que puso en práctica parte del libro de estilo de esta temporada. Ayer el grupo de Gregorio Manzano siguió dando buenas noticias, aunque también malas. Hay aspectos imprescindibles a mejorar, como el evitar meterse tanto atrás con el marcador ajustado.

Sin duda este es un punto débil que urge corregir, tal vez el aspecto más preocupante de un patrón futbolístico ambicioso y que tiene gusto por el buen fútbol. Pero meterte en tu propio campo dando alas al rival es arriesgar en exceso y por momentos sucedió ante el Levante y ayer, aunque el tanto rival fuera propiciado por un error de Guillermo Pereyra, suele ocurrir lo que ocurrió, que por un motivo u otro, de forma justa o injusta, el rival aprovecha este tipo de desajustes. El tanto del empate deambulaba por al meta de un gran Miquel Àngel Moyà. Reculó y reculó en exceso y lo pagó muy caro hasta el punto de que peligró el partido.

Ayer no estaba Webó y Manzano dio entrada a Arango, aunque el venezolano se le vio más bien poco. Víctor merece la alternativa en esta fase de la temporada si es que el objetivo es jugar con once y no con diez.

Capítulo aparte merece Dani Güiza. Desde los tiempos de Luis García el Mallorca no tuvo un delantero de tanta solvencia como el andaluz. Avisó nada más empezar y marcó en la segunda oportunidad que le dio el partido.

Tener a Dani en el campo es sinónimo siempre de peligro, de que algo puede ocurrir en cualquier momento. Esa inquietud que crean en las defensas rivales este tipo de futbolistas merecen mención especial y no son tan fáciles de encontrar en el mercado. Hay pocos equipos de perfil medio-alto que tienen hombres de referencia que exhiben solvencia y goles. Tal vez el Almería con Natalio, el Espanyol con Luis García, Guille Franco en el Villarreal, Portillo en el Osasuna, Kanouté en el Sevilla y Milito en el Zaragoza son algunos de los ejemplos, al margen de los puntas que pueden tener los equipos grandes.

El equipo balear expuso ayer su fortaleza durante muchos minutos en el Calderón y buscó el gol haciendo buen fútbol.
Faltó algo más de equilibrio, sobre todo en el segundo tiempo donde el cuadro cochonero reaccionó más porque le dejó el Mallorca que no por tener su maquinaria engrasada.

Lo peor ahora es el impertinente parón que sufre la Liga este próximo fin de semana. Las selecciones invaden territorio liguero y detienen un campeonato recién iniciado y con los aficonados volcados con sus respectivos equipos.

Dentro de quince días vuelve el fútbol de Primera y el rival es un Villarreal al que estas dos semanas se le harán muy largas después de la abultada derrota contra el Real Madrid. El Mallorca concentrado y sin temores no tiene porque temer a nadie.