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Miquel Alzamora
Ambiente de gala para un partido grande. Son Moix registró una entrada que rozó casi el lleno. Casi 3.000 personas ansiosas de ver buen baloncesto disfrutaron del derbi en directo. A excepción de uno de los fondos, el resto del anillo estaba repleto de aficionados de uno y otro equipo. Era un partido de baloncesto de la Liga LEB, pero el ambiente era muy próximo al de un choque de la ACB.

Los seguidores del Drac, todos vestidos de amarillo y negro, ocuparon una de las esquinas, los de Palma llenaban el resto de la circunferencia. Había ganas de derbi, eso lo primero, y también había ansiedad. El partido en la grada empezó dominándolo la afición de Inca. Posiblemente estaban más organizados. Tambores bien dirigidos y gritos de «¡Inca, Inca, Inca!».

Sin embargo, los aficionados del Palma, más noveles pero con muchas ganas, dejaron poco margen de maniobra. También estaban organizados. Cientos de bastones de color azul se entremezclaban con gritos de «¡Palma, Palma, Palma!». Color, ruido y emoción en las gradas. Nadie escondía sus sentimientos, la grada hervía con cada punto, con cada personal, casi con cada acción. Paralelamente a lo que ocurría en los asientos azules, en el palco se guardaban las formas.