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Jorge Muñoa|ATENAS
La era del «Dream Team» estadounidense ha terminado en Atenas 2004 para dar paso a un nuevo Equipo de Ensueño, la selección argentina, flamante campeona olímpica gracias a una generación que ha sabido conjugar en un cóctel perfecto calidad, ambición y trabajo. El oro argentino ha premiado a un grupo de hombres, a un equipo en toda la extensión de la palabra, que empezó a buscar la gloria en el Mundial Júnior de 1997, la saboreó en el Mundial sénior de Indianápolis 2002 con una medalla teñida de plata en el último segundo de partido y la ha abrazado con toda justicia en Atenas.

Argentina ha consagrado a Emanuel Ginobili, Luis Scola, Andrés Nocioni, Fabrizio Oberto y el resto de sus jugadores en la arena olímpica con un triunfo épico sobre los profesionales de la NBA en semifinales (89-81). Los estadounidenses han capturado el bronce, pero su actuación ha sido decepcionante. Un equipo que ha vivido aislado del resto de los deportistas olímpicos, alojado en el «Queen Mary II», un crucero de lujo anclado en el puerto de El Pireo, a varios kilómetros de la Villa de atletas, que se ha creído superior y que lo ha pagado caro. <7p>

Los argentinos fueron los primeros en derrocar a un equipo de jugadores NBA en el Mundial 2002. Ahora también son los primeros que les han desbancado en los Juegos, el territorio del baloncesto norteamericano por excelencia, donde ya no reinan. Puerto Rico en la primera jornada y por diecinueve puntos (73-92), Lituania en la quinta tras once puntos de Sarunas Jasikevicius en 68 segundos (94-90) y los nuevos campeones olímpicos en semifinales les han hecho morder el polvo.