Las mismas fuentes indicaron que, a juicio de los
investigadores, «la presión social y el acoso policial» llevaron al
presunto autor de los hechos a personarse voluntariamente ante la
justicia, y que no se descartan nuevas detenciones de las personas
que le acompañaban. La Policía tenía identificado desde anteayer al
presunto agresor, pero no pudo ser detenido porque no durmió en su
domicilio de La Coruña. Gabriel Rodríguez acudió aproximadamente
una hora después de que el titular del Juzgado número 5 de
Santiago, que instruye la causa, dejase en libertad a otra persona
detenida esta mañana, también en La Coruña, por su presunta
vinculación con los incidentes en los que se produjo la muerte de
Manuel Ríos. Por la mañana, el juez había dejado también en
libertad, tras tomar declaración, a otros dos jóvenes detenidos por
su eventual participación en los incidentes habidos durante el
partido en el estadio compostelano de San Lázaro, pero a los que la
Policía no consideraba directamente relacionados con la muerte.
Una hora y media antes de que se entregase el presunto homicida,
unas 2.000 personas despidieron en la localidad coruñesa de
Abegondo, con sentidas muestras de dolor y rabia, los restos
mortales de Manuel Ríos, de 31 años, padre de dos hijos y seguidor
del Deportivo, fallecido de un fuerte impacto en el hígado. Durante
la jornada, la propia Policía, familiares, amigos y allegados de
Manuel Ríos coincidieron en exigir al agresor que se entregase, ya
que, según fuentes próximas a la investigación, esta circunstancia
atenuaría los cargos que pesarían sobre él. Al sepelio, que tuvo
lugar en el cementerio de Santa Cristina de Montouto, en Abegondo,
acudieron los padres del fallecido y su compañera sentimental,
quien no cesó de llorar durante las honras fúnebres, así como los
presidentes del Deportivo y del Compostela, Augusto César Lendoiro
y Juan Silva, respectivamente, y directivos del Celta.
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