El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone , durante una sesión de entrenamiento. | atleticodemadrid.com

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Ya de por sí el rival en los octavos de final de la Liga de Campeones, el Chelsea, es exigente para el Atlético de Madrid, que compite contra él y las circunstancias en Bucarest, lejos de su territorio, mermado por las bajas, en duda por los resultados y enfrentado con la adversidad.

Si hay un momento que probablemente no habría elegido el equipo rojiblanco para ponerse delante de nuevo de su anhelo más fuerte, la Champions, sería éste, sobre todo porque lo dirige a jugar fuera de su fortaleza del Wanda Metropolitano, donde perdió con el Levante el sábado, sí, pero donde acumulaba 447 días invicto hasta entonces.

La pandemia y las consiguientes restricciones para la llegada de ciudadanos procedentes del Reino Unido a España para contener la propagación de la cepa británica de la Covid-19, prorrogadas hasta el 2 de marzo, le privan de su refugio, su lugar más confortable, donde ha batido al Liverpool (1-0), el pasado curso, o al Juventus (2-0), hace dos, en esta misma ronda.

Desventaja

Es una desventaja, porque ahí sólo ha caído en seis de sus 91 encuentros oficiales, por mucho que el Chelsea haya sido uno de los vencedores en ese campo (1-2 en 2017-18, en el primer duelo de Champions en ese recinto), porque ha marcado 157 goles, porque terminó imbatido en 55 encuentros y sobre todo porque el partido se vuelta se jugará en Stamford Bridge, el campo del conjunto blue.

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El de ida es en el estadio Nacional de Bucarest, que, por muchos buenos recuerdos que genere en el Atlético, porque allí logró el primero de los siete títulos de la era Diego Simeone, la Liga Europa 2011-12 con un tremendo Radamel Falcao ante el Athletic (3-0), y por mucho que sea cual sea el sitio se juegue sin público, no es lo mismo para el conjunto rojiblanco que el Wanda.

Tampoco por el viaje, las tres horas y media que cubrió el domingo el equipo rojiblanco, apenas 24 horas después de la finalización de su derrota frente al Levante (0-2), que se suma a las dudas deportivas que rodean ahora al Atlético, que ya no es tan incontestable ni tan desbordante ni, sobre todo, tan contundente en las áreas como demostró hasta hace unas semanas.

Ni en la suya -ha recibido doce goles en sus diez partidos de 2021, de los que sólo sostuvo su portería a cero en uno, y encajó primero el gol rival en cinco de los seis duelos más recientes-; ni en la contraria, con un solo gol en sus últimos 42 remates a portería en el doble duelo jugado contra el Levante y con tres partidos consecutivos sin marcar de Luis Suárez, su goleador.

Esos datos describen su momento actual. También las bajas. Tuvo seis el pasado sábado ante el Levante y hoy tendrá cinco este contra el Chelsea en Bucarest que limitan las posibilidades de Simeone, sobre todo en el lateral derecho, donde no están ni Trippier, sancionado, ni Vrsaljko, con molestias, ni la alternativa a ambos, Carrasco, lesionado.

Enfrente, el cambio Lampard-Tuchel ha salido bien al Chelsea, que no conoce la derrota bajo el mando del alemán. El equipo ha pasado de ser noveno a pelear por los puestos de Champions y en los siete partidos en los que ha estado Tuchel en el banquillo ha ganado cinco y empatado dos.