«Estoy en un ciclo de profunda depresión, honda tristeza, y en las más bajas cotas de autoaceptación. Me he convertido en una reclusa», escribe la canadiense. | Reuters

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Linda Evangelista pasó de ser una de las modelos más buscadas y cotizadas en la década de los años noventa del siglo XX a vivir en un cierto anonimato, alejada de las pasarelas, de las fiestas y de los actos sociales. Tras las portadas y los anuncios llegó el apagón mediático, y ahora sabemos la razón gracias a que ella misma lo ha explicado en Instagram.

La súper modelo canadiense de 56 años ha asegurado que ha quedado desfigurada por un tratamiento popular llamado Cool Sculpting, que le ha deformado el físico, y ha provocado graves secuelas en el ámbito emocional. Se trata de un procedimiento quirúrgico que supuestamente sirve para reducir grasa corporal.

Evangelista está «irreconocible» después de haber quedado «brutalmente desfigurada» a consecuencia de un tratamiento médico estético, según explica ella misma en su cuenta de Instagram. Denuncia haber quedado «permanentemente deforme», después de que la criolipolisis surtiera el efecto contrario, explica en un comunicado que titula «La verdad, mi historia».

Evangelista explicaba este jueves en su red social, con más de 900.000 seguidores, por qué había desaparecido de la escena pública y no había vuelto a las pasarelas como muchas de sus compañeras, las míticas «top models» de los 90, entre ellas Claudia Schiffer o Cindy Crawford.

La razón: «he sido brutalmente desfigurada por el procedimiento CoolSculpting de Zeltiq, que hizo lo opuesto a lo que había prometido», explica.

«Aumentó mis células grasas en vez de disminuirlas y me ha dejado permanentemente deformada incluso tras someterme a dos dolorosas cirugías correctoras, sin éxito. Me he quedado, como han dicho algunos medios, 'irreconocible'», añade.

«He desarrollado hiperplasia adiposa paradójica, o HAP», explicaba Evangelista, «un riesgo del que no se me había informado antes del procedimiento».

La supermodelo afirma que la hiperplasia no solo ha destruido su manera de vivir, sino que además le ha sumido en una profunda depresión. «Estoy en un ciclo de profunda depresión, honda tristeza, y en las más bajas cotas de autoaceptación. Me he convertido en una reclusa».

Con esta denuncia, concluye en el comunicado, «intento librarme de mi vergüenza y hacer pública mi historia. Me gustaría salir por la puerta de mi casa con la cabeza bien alta, a pesar de que ya no me parezco a mí misma».