Escudo de la ciudad de Alcúdia (Capella del Sant Crist de la iglesia parroquial) . | Gaspar Valero

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-«Vell Professor», de esta visita a la ciudad de Alcúdia, además de sus murallas, nos han llamado mucho la atención varios escudos que ornamentan portales, la mayoría renacentistas y, especialmente este de la puerta de Mallorca o de Sant Sebastià. Ya nos hemos informado y es el escudo de Alcúdia, que muestra una muralla y el águila bicéfala.

-Pues es una pregunta muy oportuna, porque hace exactamente 500 años de la concesión de este escudo.

-¿En serio?... ¡Pues sí que hemos acertado con el tema!

-Ya lo creo, hace quinientos años de la concesión del título de Ciudad Fidelísima a Alcúdia. Ya sabéis que todo este protocolo tiene su origen en la Germania, la revuelta popular que transcurrió entre el 7 de febrero de 1521 y el 7 de marzo de 1523. Resulta que durante esta revolución, la villa de Alcúdia fue la única población de Mallorca que se mantuvo fiel al poder establecido, representado por el emperador Carlos V; como era una población amurallada, se refugiaron en ella muchos nobles mallorquines y resistió el asedio de los agermanados en distintas ocasiones; por eso, una vez derrotada la Germania, Alcúdia recibió, distinciones, privilegios y el título de Ciudad Fidelísima.

Podéis leer lo que dice la historiadora alcudiense Francesca Serra, amiga y colaboradora, en el programa de fiestas de Alcúdia de este año: Las primeras distinciones se daban en julio de 1523, 4 meses después de terminada la revuelta. En Valladolid, el día 17 de julio se concedía a los jurados de Alcúdia poder vestir «gramalles» (toga o pieza de ropa talar, color púrpura, como los Jurats de la Ciutat i Regne de Mallorca); podían esculpir las armas reales sobre las puertas de la villa, y, además, el alcalde de Alcúdia podría llevar la vara por todo el Reino de Mallorca. Al día siguiente, el 18 de julio, Carlos V otorgaba a Alcúdia el título de ciudad y establecía que la elección de síndicos de la Part Forana debería efectuarse en Alcúdia, a la vez que confirmaba los privilegios más antiguos. Ese mismo año, el 26 de octubre, desde la ciudad de Pamplona, el emperador confería el título de Fidelísima a la ciudad de Alcúdia y a sus habitantes, que debían gozar de los mismos privilegios que los ciudadanos de la Ciudad de Mallorca. En las concesiones antes mencionadas, los habitantes de Alcudia serían beneficiados con un nuevo privilegio: la franqueza de todos los derechos, otorgado en Toledo el 14 de octubre de 1525. Este privilegio, que implicaba la exoneración de pagar derechos en las transacciones comerciales, con determinadas puntualizaciones, marcó las relaciones entre la Universitat del Regne de Mallorca y la Universitat local de Alcúdia.

-Interesante, profesor. Sí, seguro que esto despertó la envidia de Palma y también de buena parte de los pueblos de Mallorca. Vaya un privilegio más simbólico, el de poder esculpir las armas reales sobre las puertas de la muralla de la nueva ciudad fidelísima.

-Efectivamente; tuve la oportunidad de formar parte del equipo que redactó el libro titulado "Los escudos de Alcúdia"; en ese momento decíamos, del escudo de la puerta de Mallorca donde ahora nos encontramos: «Cuando el emperador Carlos concedió el título de ciudad fidelísima a Alcúdia, le concedió el privilegio de colocar su emblema (el águila bicéfala de los Austria y la corona imperial) en el sobreportal de las puertas de la muralla. Alcúdia a partir de ese momento rehace su escudo, que pasa a ser una puerta de muralla con dos torres almenadas y, encima, las armas del emperador Carlos. Según real privilegio de 17 julio 1523. «quod supra portalia ville predicte possitis et valeatis in lapide sculpi vel alias quomodocumque volueritis depingi facera arma nostra regia». ¿Cómo váis de latín? Os diré lo que quiere decir: «que encima de los portales de la mencionada villa (¡aún no era ciudad!) podáis tener nuestras armas reales cortadas en piedra o de cualquier otra manera como queráis que sean representadas». El Archiduque Luis Salvador describió este escudo: «Por encima del portal en la parte de dentro campea el escudo de armas de Alcúdia; hacia fuera el portal está decorado con el escudo imperial, en torno al cual existe una inscripción ilegible borrada por la acción del tiempo».

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-O sea, profesor, que además de poner el escudo imperial de Carlos V, también se cambió el escudo de la antigua villa y se hizo uno nuevo que incluía elementos o armas del escudo imperial.

-¡Sí, así es! El privilegio de esculpir las armas reales -e imperiales, en ese momento- coronando las puertas de la nueva ciudad supuso, de hecho, el cambio o adaptación del escudo primitivo. El emblema de la villa de Alcúdia representaba una torre sobre las olas del mar; entonces se le añadirían varios elementos de las armas reales, especialmente el águila bicéfala de los Austria o Habsburgo y la corona imperial y, a veces, unos 'tenantes' o soportes heráldicos en forma de grifos, unos seres mitológicos, medio águila y medio león

-Profesor, a la mayoría de los que asistimos a este itinerario histórico y patrimonial por Alcúdia, nos interesaría saber el origen de esta águila de dos cabezas

-Uff... ¡El origen y la explicación del águila de dos cabezas ha hecho correr mucha tinta! Con la ayuda de varios heraldistas, especialmente de Manuel Monreal Casamayor, os puedo decir que el águila bicéfala es figura quimérica, que no monstruosa, de la Heráldica, conocida también como águila doble o imperial, aunque los heraldistas modernos prefieren llamarla bicéfala, nombre griego. Hay antecedentes de águilas de dos cabezas en pueblos de Asia Menor, como los hititas, que ya la lucían hace unos 4.000 años. En época romana, el águila de una sola cabeza fue utilizada como símbolo de identificación del Imperio Romano, mientras que la de dos cabezas fue la usada por el Imperio de Oriente o Bizantino.

-Ah sí? De modo que el Imperio Romano tenía como emblema el águila de una sola cabeza y, en cambio, el Imperio Bizantino tenía un águila de dos cabezas... Ya sé de qué va esto, profesor: podemos decir que el Imperio Bizantino reivindicaba la recuperación del viejo Imperio Romano.

-Podría ser muy bien así... ¡te has ganado una buena nota! Efectivamente, los bizantinos simbolizarían con ese animal de dos cabezas la integración de ambas herencias, la de Oriente y la de Occidente, como sucesores del Imperio Romano. Sin embargo, no fue hasta el emperador Segismundo (1387-1437) cuando se consolidó el uso de la imperial bicéfala como emblema heráldico del Sacro Imperio Romano-Germánico. Ya sabéis que Carlos de Habsburgo accedió al trono Imperial, poco después de la muerte de su abuelo, Maximiliano I, en 1519. Resulta que el joven emperador, que era también rey de la nueva monarquía hispánica, desde hacía tres años, introdujo el águila bicéfala en las armas reales de España; a partir de ese momento, hubo determinadas villas y ciudades de los dominios hispánicos que, por privilegio especial, adoptaron el águila bicéfala. Ah... y también la pudieron exhibir ciertos linajes, como los Despuig mallorquins. Es difícil de creer, pero este animal tan extraño, con dos cuellos y dos cabezas, no era agradable a todos: resulta que se tuvieron que dar explicaciones para alejar el miedo derivado de su carácter supuestamente «monstruoso». Pero, en Alcúdia, no cundió el pànico, ya que el Águila Imperial, en general, concedida por los emperadores del Sacro Imperio Romano-germánico, simbolizaba siempre las libertades del Imperio, de las que se beneficiaban las villas, ciudades, familias e individuos galardonados con tal emblema. En Alcúdia, la aparición de la bicéfala supone la conversión de villa en ciudad privilegiada (desde el 18 de julio de 1523) y, además, fidelísima (desde el 26 de octubre de 1523).

-¡Entendido, profesor! Pero me han dicho que también existen interpretaciones esotéricas sobre el águila de dos cabezas.

-Sí, ya os he comentado que se ha escrito mucho sobre el tema. Ahora no es el momento de esoterismos; sólo os diré que cierta interpretación simbólica del águila bicéfala indica que una de las cabezas mira hacia el infinito del pasado, y la otra hacia el infinito del futuro. Vaya... ¡se ha hecho muy tarde! Deberemos dejar para otro día el tema de los privilegios y de los nombramientos de Alcúdia como Ciudad Fidelísima.