El pollo relleno requiere una laboriosa preparación.

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«Y en el acto (por arte de cierto anillo mágico), y ya podéis creer que nunca salían habas ni pan de mezcladizo ni de cebada, ni cuatro higos secos llenos de polvillo, ni aceitunas picadas, porque En Pere iba bien alerta a pedirlas, sino huevos fritos, tortillas de huevos con tocino y sobrasada, arroz azafranado con pajaritos o con pollo, menudillos de cordero y de buey, capones rellenos, lechonas asadas, sobrasada con miel, lomo, butifarrones y longanizas tostadas…».

Menú que hallaréis en el tomo IV de nuestras rondalles mallorquines, transcritas y recreadas con el lenguaje idóneo por Mossèn Antoni Maria Alcover (1862-1932) a quien debemos la gran obra de recopilación de nuestra lengua, el Diccionari Català-Valencià-Balear empezado por él, en 1900, y terminado por su colaborador Francesc de Borja Moll. Fue miembro de la Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona, presidente de la sección filológica del Institut d’Estudis Catalans y de otras instituciones culturales, así como presidente del Primer Congrés Internacional de la Llengua Catalana (1906). Difícil sería sacar de entre todos los platos citados en la narración En Pere de la Bona Roba el plato más representativo. Quizá, podríamos inclinarnos por el capón relleno (capó farcit), presente en todas las Baleares, de modo que he aquí uno de los modos de hacerlo:

Desplumamos y limpiamos el pollo y lo despojamos de las patas y la cabeza. Luego preparamos una cazuela con tres o cuatro cucharadas de manteca de cerdo y ahí sofreímos una cebolla trinchada, cuatro dientes de ajo pelados, una oreja de cerdo, una libra de lomo, cincuenta gramos de sobrasada y un butifarrón, todo muy bien desmenuzado o picado. Mientras se va haciendo, lo regamos con un vaso entero de vino tinto seco y dejamos que todo junto se vaya rehogando poco a poco. A media cocción le agregamos un puñadito de piñones, treinta gramos de uvas pasas y una zanahoria cortada en finas rodajas. Luego hay que sazonar la mezcla y lo hacemos con sal, pimienta, pimentón, canela y un poco de nuez moscada, todo con la prudencia necesaria. Seguidamente le añadimos un vaso de caldo de verduras y lo dejamos cocer hasta que se haya reducido. Ya obtenida esta pasta, rellenamos el pollo, lo cosemos y lo metemos en el horno a fuego moderado.