Mallorca es casi un sinónimo de verano, y como tal, el helado juega un papel imprescindible para hacer de la combinación de sol y playa una experiencia casi metafísica. | ARCHIVO

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Mallorca es casi un sinónimo de verano, y como tal, el helado juega un papel imprescindible para hacer de la combinación de sol y playa una experiencia casi metafísica. La rica gastronomía de la Isla no ha olvidado los helados y son muchos los artesanos que se dedican a hacer los mejores postres, utilizando ingredientes locales de primera calidad. Leche fresca de nuestras vacas, almendras del Pla de Mallorca, cítricos del valle de Sóller,... La lista de ingredientes es tan amplia como la creatividad de los artesanos. Pero más allá de los sabores de siempre, que no por familiares son menos apetecibles, la creatividad mallorquina ha llegado también a la heladería y no son pocos los nuevos y arriesgados sabores que cada año aparecen para sorpresa de los paladares.

En línea con el aprovechamiento de los ingredientes locales, el mes de julio es el señalado para el helado de melón de Can Miquel, justo cuando el fruto alcaliza su grado óptimo de maduración. El célebre establecimiento reúne en su carta muchos de los sabores más curiosos y sofisticados de Mallorca: de trempó, de crema de gambas de Sóller, esclatasangs, queso mahonés, salmón ahumado o sus muchas recetas de chocolates, entre los que destacan el chocolate con queso parmesano o a la pimienta. Pero no se deje atemorizar por estos sabores tan inusuales, muchos están pensados para ser acompañamientos en platos como ensaladas.

Esta es una de las heladerías más conocidas y tradicionales de Palma, aunque hay muchas otras que ofrecen sabores peculiares, como Rivareno, con sus helados de azafrán con sésamo, panna cota o coco fresco de Sri Lanka. Pero no hay que olvidar llamativas variedades como el helado de algarroba, creación de Gelats Jop y Es Garrover de Mallorca, que han rescatado esta legumbre de mero alimento para ganado a ingrediente de alta cocina, hasta alcanzar llegar a considerarse, por sabor y propiedades, como el ‘chocolate mallorquín’.

Mención a parte merece el de sobrasada. La Gelateria Colonial es una de las varias que lo ofrece y durante un tiempo fue toda una sensación. Cocineros como Miquel Gelabert se han basado en este sabor para crear postres tan originales y a la vez de gusto tradicional como su helado de sobrasada con ensaimada y dulce de albaricoque.

El verano es tiempo de aventuras y qué mejor que darle a nuestras papilas gustativas un poco de emoción. ¿Se atreve a probar alguno de estos sabores? Si no se ha decidido por ninguno, en las heladerías mallorquinas aún aguardan otros tanto o más desafiantes, como el de wasabi, el de mostaza o el de sésamo. Aunque si viaja a la península piense que todavía le esperan el de fabada asturiana, bacalao al pil pil, kalimotxo o chipirones en su tinta.