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Guillem Méndez lleva 28 años al frente de El Olivo, restaurante del hotel Belmond La Residencia de Deià. Chef ejecutivo del hotel, el solleric ha dejado en manos de Pablo Armando Aranda Moreno, granadino curtido en Andreu Genestra, Pérez Arellano o Marc Fosh, el restaurante de alta cocina. Este cambio permite a Méndez supervisar y elevar la oferta gastronómica de todos los restaurantes del hotel con más calma. Desde la reapertura del hotel, el cocinero se ha centrado especialmente en el nuevo restaurante Tramuntana Grill al que califica de «mi nuevo juguete». Tramuntana Grill está situado al aire libre, junto a la piscina y en un espacio muy acogedor.

A Guillem se le ve feliz y relajado con su nuevo juguete, aunque sospecho que más que un juguete, tiene dos. El segundo ocupa un lugar importante en la cocina, es un Josper, el primer horno de brasas del mundo y creado por dos españoles. Guillem Méndez lo utiliza en muchos de los platos que hay en las dos cartas –mediodía y noche–, desde el aperitivo al postre. Platos como la Ensalada de sandía al grill con requesón mallorquín; Tartar de ternera con su tuétano a la brasa y caviar Beluga; Cigalas al carbón con sobrasada de porc negre o la llamativa piña tropical en dos cortes, uno de crème brûlée y otro de helado de piña pasado por el Josper, un divertido contraste entre el dulzor de la crème y la acidez de la piña. Buenísimos también el Tataki de atún, que ganaría enteros con un ligero toque picante; el Lomo de rubia gallega curado en sal y con aceite de la finca; y las gambas de Sóller asadas a la ibicenca. El Tramuntana Grill está abierto por las noches a la gente no alojada en el hotel.

El 18 de mayo de 2018 asistí al relanzamiento de Rosa Blanca, cerveza nacida en Mallorca en 1927 y desaparecida absorbida por las grandes marcas. El acto tuvo lugar en la bonita posesión de Bellveure. La cata de la suave y refrescante ‘Hoppy Lager’ estuvo acompañada de un menú elaborado por Tomeu Arbona, del Fornet de la Soca. Poco después se celebró un tast organizado por Rosa Blanca con platos del mismo Arbona. El éxito obtenido ha permitido que estos días se esté celebrando ya la sexta edición de los tast. En cocina repite el mediático pastisser, acompañado en esta ocasión por Lluís Pérez. Los tast se celebran en la Fundació Miró. Cuatro platos salados y dos dulces inspirados en el gran pintor. Los asistentes realizan una cata de esta cerveza en la que el lúpulo citra es gran protagonista y también aprenden a tirar cerveza. Las entradas para asistir a esta experiencia culinaria, que finaliza el día 18, se pueden adquirir en la web de Rosa Blanca, aunque al ritmo que van las reservas no se si quedarán entradas cuando leas estas líneas. Sabrosos el Pa torrat bomber i sobrassada de porc negre; Versió d’aspic d’esqueixada de bacallà o el Mel i mató amb praliné d’avellanes i llimona.

Punto de vista
Lydia E. Corral

Coca de albaricoques, patata y lavanda

Lydia E. Corral

Ingredientes

l 190 gr. de harina
l 150 gr. de patatas
l 2 huevos
l 1 cucharada de AOVE
l 65 gr. de manteca
l 100 gr. de azúcar
l 2 cucharadas de agua tibia
l 15 gr. levadura fresca
l 750 gr. albaricoques
l azúcar moreno
l flor de lavanda

La receta

Poner a cocer en agua la patata limpia y con piel. Mientras, en un lebrillo mezclar bien el azúcar y la manteca, que habremos sacado previamente de la nevera para que se ablande. Añadir la levadura disuelta en el agua tibia y sumar a la mezcla del lebrillo. Incorporar los huevos y la patata cocida –debe estar tibia–, pelada y machacada. Remover bien, añadir el aceite y la harina poco a poco. Mezclar con las manos y trabajar hasta que la masa empiece a hacer burbujitas. Tapar con un trapo húmedo y dejar levar hasta que doble de tamaño. Untarse las manos con aceite y volver a amasar hasta que vuelvan a salir burbujitas.

Todo este proceso se puede agilizar si tenemos un procesador de alimentos, en mi caso utilizo la Kitchen Aid Artisan, un capricho que tardé años en poder comprar y de la que estoy muy satisfecha. Untar una llauna con aceite y colocar la masa estirándola bien. Dejar levar hasta que duplique su tamaño. Poner a calentar el horno a 200 grados. Mientras, lavar los albaricoques –son de la variedad mallorquina Taronjal, estos días predominante en los mercados–, partir por la mitad, quitarles el hueso y colocar los albaricoques uno junto a otro hundiéndolos un poco en la masa. Rellenar cada hueco de albaricoque con azúcar moreno y espolvorear sobre ellos flores de lavanda.

Meter en el horno y dejar cocer unos 45 minutos, pinchando con una aguja de metal de hacer punto o un pincho para comprobar que está cocida la masa. Sacar del horno y dejar enfriar completamente. Espolvorear la coca con azúcar glass y servir tal cual o acompañado de un buen helado de almendra. Una copita de mistela, moscatel de Chipiona o un Veritas Dolç de José L. Ferrer hacen también buena pareja con la coca de albaricoques.