Las piezas montadas de pastelería han proporcionado al arte repostero uno de sus mejores recursos de espectacularidad y lucimiento. Aunque existen ejemplos de monumentalidad similar en la cocina romana clásica, el objetivo en esa época era impresionar a los comensales más con el tamaño que con la estética. Esa segunda finalidad se inicia en tiempos medievales, pero sus grandes momentos principian en el siglo XVII que las dota de una arquitectura suplementada con personajes y decorados, aligerándolas y haciéndolas más elegantes y fantasiosas en la centuria siguiente. Colocadas en el centro o los extremos de las mesas, su papel ornamental se superponía al alimentario y a menudo eran construidas con ingredientes no comestibles. Entre 1720 y 1800, los pasteleros alcanzarán una especial destreza en esas técnicas y sus mejores artífices verán reconocidas sus capacidades al más alto nivel.
Piezas montadas y pasteles impresos
Con impresoras 3D ya es posible fabricar pasteles o tartas que resultan de difícil diferenciación de los artesanales
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