El rosbif con su guarnición incluyendo el tradicional Yorkshire pudding. | Andrés Valente

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La inmensa mayoría de extranjeros se equivocan cuando piensan que el rosbif es el plato nacional del Reino Unido. No lo es, y nunca lo ha sido, ni hace siglos cuando los ricos comían cisne, pavo real, oca, jabalí y venado. Los pobres, en cambio, tuvieron que pasar con lo que podían cazar furtivamente: mirlos, patos, pichones o conejos y pescados de río y lago. El rosbif ni estaba en la mesa de los más adinerados. Más adelante, sí había rosbif, pero sólo para los aristócratas con tierras y granjas propias.
Con el paso de los siglos, los buenos cortes de carne de ternera y buey llegaron a ser manjares de la elite y en el siglo XVIII el rosbif era una carne para el Día de Navidad… pero sólo para las personas de alta cuna.

Los trabajadores que querían algo de rosbif para Navidad, tenían que ir pagando al carnicero un poco cada semana hasta llegar al precio de un trozo de cadera. Pero en tiempos victorianos, el marido de la reina, el príncipe Albert, había introducido costumbres alemanas para las fiestas navideñas inglesas y el pavo se instaló como el más majestuoso plato del 25 de diciembre. Pero los ingleses no dejaron de comer rosbif, ya que en el siglo XX esa carne era el plato dominguero preferido de muchas personas. Y sigue siendo así. Quienes más insisten en un rosbif para los domingos son los ingleses emigrantes, por lo tanto he comido este plato dominguero en restaurantes desde Port d’Andratx hasta Port de Pollença y en otros puntos isleños.

El jamón asado con mostaza y salsa de arándanos.
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Las mejores ofertas en carnes asadas siempre están en los carvery: restaurantes que sirven un rosbif y otros asados en plan bufé libre y a un precio módico. El único carvery isleño que conozco se llama Delfinos, está en la rotonda de Puerto Portals y sus asados domingueros a 12,90 euros son la mejor ganga culinaria que he encontrado. El precio incluye el rosbif, jamón asado, pernil de cerdo, pavo y un montón de guarniciones como los Yorkshire puddings, coliflor en bechamel, guisantes, brécol, patatas asadas, puré de patatas, zanahorias, salchichas envueltas en bacon, albóndigas, mostaza inglesa, salsa de arándanos, salsa de hierbabuena, gravy inglés (jugo de carne asada) y salsa de manzana. El precio no incluye ni postres ni bebidas. Pero aún así es una ganga increíble para un bufé libre de esa calidad.

Trinchando la pieza de jamón asado.

El rosbif de cadera fue rosado, tierno y bien sabroso, y el jamón asado es único y no tiene nada que ver con el mejor jamón cocido con hueso ni con el lacón gallego. Para los que no conocen el jamón asado, esa carne será un gran descubrimiento por su textura y sabor. Tiene que comerlo con salsa de arándanos, mostaza inglesa y salsa de manzana: un poco de cada, para que ese jamón vaya revelando sus exquisiteces gustativas. Todo el bufé está en un mostrador muy largo. El carver (el trinchador) está al principio y cada comensal coge un plato e indica la carne (o carnes) que quiere comer. Luego vienen todas las guarniciones, algunos de autoservicio y otras con la ayuda del personal. Todos son hispanohablantes, por lo tanto no hay problemas de comunicación… muy importante cuando uno está en este pequeño enclave inglés.