La pizza es junto con la hamburguesa una de las comidas rápidas más conocidas en todo el mundo. | Pexels -Maksim Goncharenok-

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La pizza, ese manjar de origen italiano que ha conquistado paladares de todo el mundo, tiene un dilema que muchos han debatido: ¿Es realmente necesario guardarla en la nevera si planeas consumirla al día siguiente? Durante años, muchos han defendido la idea de dejarla fuera, confiando en que la pizza resistirá cualquier amenaza bacteriana. Sin embargo, expertos y estudios demuestran lo contrario. No guardarla en la nevera puede tener consecuencias más graves de lo que pensamos.

Para empezar, es vital entender que cualquier alimento cocinado, incluida la pizza, es un entorno propicio para el crecimiento bacteriano una vez que se enfría a temperatura ambiente. Esto es especialmente cierto si consideramos los ingredientes de una pizza tradicional: salsas a base de tomate, quesos, carnes y verduras. Todos ellos, cuando se exponen al aire libre, pueden ser un caldo de cultivo para bacterias como la salmonela o el E. coli.

Ahora bien, muchos argumentan que, si la pizza se consume en las primeras horas tras haberla dejado fuera, no habrá problemas. Esto puede ser parcialmente cierto, pero ¿por qué arriesgarse? Las bacterias se multiplican rápidamente, y consumir alimentos contaminados puede llevar a enfermedades gastrointestinales, con síntomas que van desde leves a severos.

Un estudio reciente ha revelado que dejar la pizza fuera durante más de dos horas puede hacer que las bacterias crezcan a un ritmo acelerado. Por supuesto, hay factores que pueden alterar este tiempo, como la temperatura del ambiente o la humedad. En verano, por ejemplo, el riesgo es aún mayor debido al calor. También hay que considerar el deterioro del sabor y la textura. Este alimento guardado adecuadamente en la nevera y luego recalentado conservará mucho mejor su sabor y su crujiente corteza que uno que ha estado toda la noche expuesto al ambiente.

Por otro lado, algunos temen que al refrigerar la pizza, esta pierda su esencia y sabor. Pero, con los métodos de recalentado adecuados, como usar un horno o una sartén, recobrará su textura y sabor originales. La recomendación es clara: si no vas a consumir toda tu pizza, guárdala en la nevera. No sólo estarás asegurando una comida libre de bacterias para el día siguiente, sino que también disfrutarás de su sabor. Es hora de desmontar el mito y empezar a cuidar más nuestra salud y la de nuestros seres queridos. Porque, después de todo, ¿quién puede resistirse a una deliciosa porción al día siguiente?