Biel Ferragut, gerente de Mortitx, explica que la cosecha ha sido muy buena en producción y calidad. | Lola Olmo

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En 2001, un grupo de 30 entusiastas iniciaron el proyecto de comprar una antigua finca de árboles frutales en desuso para plantarla de viña. No eran unos terrenos cualquiera, sino una finca de la serra de Tramuntana, en la que conviven montañas, bosques y algunos valles y parcelas cultivables, situada a 390 metros de altura sobre el mar. Lo que al principio era todo un reto, cultivar viñedos en terreno montañoso, donde es más difícil trabajar con maquinaria agrícola, se ha convertido en una baza a favor, pues las temperaturas son menos cálidas que en el resto de Mallorca y esto favorece a la maduración de la uva y a la calidad de los vinos.

Biel Ferragut, gerente de Vinyes Mortitx, destaca que pese a las nevadas del invierno y a las altas temperaturas del verano, esta cosecha 2023 «ha sido muy buena, con una buena producción y de gran calidad; las nevadas que vinieron con la borrasca de febrero nos causaron daños sen las instalaciones, pero para la viña fue positivo, porque limpió las plantas antes de que comenzaran a brotar y luego hemos podido hacer menos tratamientos».

La ausencia de plagas y enfermedades típicas de la viña, y de pluviometrías altas durante la vendimia, ha hecho que la uva tuviera un buen estado sanitario en el momento de su recolección. La ventaja del clima de montaña radica en que «durante los meses de calor, aquí arriba no es tan extremo y las plantas no tienen stress hídrico; esto favorece una maduración de la uva más lenta y prolongada», apunta Ferragut.

En sus inicios, en 2001 la bodega apostó por las variedades francesas que estaban de moda en la época, en la actualidad variedades autóctonas predominan en sus vinos. En 2015 la parcela llamada Racó Fred fue plantada con cepas de Giró Ros, Malvasia, Gargollosasa y Callet.

Estas se combinan con otras foráneas muy integradas en la vinicultura de la Isla, como Chardonnay, Syrah, Merlot, Monastrell o Cabernet Sauvignon, para producir una línea de vinos jóvenes; otra de vinos parcelarios que reflejan la singularidad de cada pequeña parcela según su altura, orientación y proximidad al mar, como el blanco con crianza Racó Fred, elaborado con uvas de Giró Ros cultivadas en un terreno sombrío y rodeado de costa. Y Rodal Pla, en honor a otra parcela de Merlot, Syrah y Cabernet.

Entre sus vinos más carismáticos destacan L’Ú y Monjoia, un vino tan selecto que solo se elabora los años en que la cosecha es de calidad excepcional. También el Dolç de Gel, un vino dulce que lleva un complejo proceso previo de congelado de uvas de las variedades blancas Muscat, Malvasia, Riesling y Chardonnay.

Toda la vendimia se realiza a mano y el público puede pasear por la finca y catar sus vinos. En la actualidad, Vinyes Mortitx tiene 50 socios. Con 16 hectáreas plantadas en Mortitx (Escorca), uno de sus proyectos más inmediatos es recuperar una finca de 3 hectáreas en la Vall d’en March de Pollença, y abrir nuevos mercados en España y extranjero.