Miquel Arbona posa en medio de un olivar y asegura que ahora son momentos de cambio para muchos sectores.

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Miquel Arbona vivió su infancia teniendo como afición el campo. Si bien, su interés y una estrecha relación con sus abuelos convertirían esa afinidad en su trabajo y pasión actuales. «De niño iba a la finca familiar con mis abuelos, compaginaba la escuela con ayudarles, todo como un hobby. Pero al acabar mis estudios de Ciencias Empresariales, decidí que lo mío no era estar en una oficina». Así fue como quiso que la finca familiar fuera su día a día, «traté de que fuese rentable y pasar de un hobby a una explotación agrícola y ganadera. Hace 20 años que me dedico a la oliva y aceite y espero seguir mucho tiempo», confiesa Arbona, hoy, convertido en el presidente del Consell Regulador de la Denominación de Origen Protegida Oliva de Mallorca.

Como presidente también habla orgulloso de la marca que gestiona, «el distintivo de la DOP Oliva de Mallorca es la garantía de que las aceitunas cumplen con un estándar de calidad, que todo el proceso productivo –desde el cultivo al envasado– se hace en Mallorca y que son de variedad autóctona». Arbona explica que el Consejo ampara a «casi 90 olivicultores y 80.000 olivos de más de 75 años, mayoritariamente de la Serra, cuya aceituna se comercializa bajo cuatro marcas, una de ellas ecológica».

Son momentos de cambio en todos los sectores y ahora más que nunca es importante la promoción: «Hemos hecho promoción como producto local junto a otras DO e IGP, con apoyo de la Conselleria d’Agricultura». Toda medida de este tipo ayuda a que la oliva de Mallorca goce de buena salud y es que tal y como asegura Arbona, su comercialización va incrementando año a año aunque «de manera tímida». Y añade que «el precio que percibe el olivicultor por kilo de aceituna destinada a producir bajo la denominación de origen se incrementa, también tímidamente». Sobre esto precisa que «únicamente si el agricultor percibe un precio justo por el fruto que produce, podemos garantizar la supervivencia del olivar histórico de Mallorca». Cabe tener en cuenta los efectos de la crisis sanitaria ya que «las ventas se han reducido en un 45 %», lamenta.

Miquel Arbona no cesa en elogiar la aceituna de Mallorca aunque explica porqué es tan difícil llevarlas a las mesas de fuera de la Isla: «el sabor y carácter de nuestra aceituna es muy particular. Nosotros estamos habituados y nos encanta, pero la mayoría de los paladares foráneos no están acostumbrados a esas trazas de picante y amargor, en el caso de las verdes, inherentes al fruto del olivo, lo cual dificulta su introducción fuera de la Isla».

Al preguntarle a Miquel Arbona sobre cuál de las tres olivas –la partida (trencada), la natural o la negra–, es la más popular y por qué, lo tiene claro: «la trencada, por su característica en el sabor amargo y algo picante». Y entre risas confiesa que es su favorita.
El presidente concluye con una reflexión: «Ahora más que nunca necesitamos el apoyo institucional en el fomento del producto local». Y recuerda que «un platet d’olives a sa taula sempre cau bé… y si son DO mucho mejor».