Penélope Cruz en versión princesa de Armani y Sherri Sheperd. | MIKE NELSON

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Los vestidos con pedrería en todas sus variaciones reinaron hoy sobre la alfombra roja de la 84 edición de los Oscar, ese aterciopelado paseo en el que las actrices se la juegan a una carta y en el que hoy se han visto marcados contrastes.

Los primeros aplausos en el desfile de moda más glamuroso del año -con permiso de París- los cosechó la nominada actriz Jessica Chastain, con un precioso Alexander McQueen negro con brocados dorados y escote corazón con el que junto a Gwyneth Paltrow encabezó la lista de las mejores vestidas de la noche.

Poco después llegaban otras dos nominadas y con ellas se abría el juego de contrastes: espléndida Octavia Spencer ("Criadas y señoras") con un drapeado vestido blanco con pedrería de Tadashi Shoji que realzaba su rotunda figura, y etérea Rooney Mara ("Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres"), con un Givenchy de encaje en blanco roto sobre su delgadísima figura.

«Parece Audrey Hepburn devenida en punky», ha dicho una comentarista estadounidense sobre la actriz que ha dado vida a la carismática Lisbeth Salander de Millennium.

La pedrería ha sido, sin duda, la tendencia predominante este año, tanto en pequeñas dosis como el elaborado fajín de Sandra Bullock, de Marchesa, y las ondas de la falda de Cameron Díaz, de Gucci Premiere, como en «total look», desde Giuliana Rancic a la argentina Berenice Bejo o el flamígero modelo de Ellie Kemper.

Contraste también ha habido entre el blanco y el negro, posiblemente los dos colores que más se vieron hoy en el centro Hollywood y Highlands.

De blanco llegó, elegantísima y con capa, Gwyneth Paltrow (Tom Ford), la joven Shailene Woodley ("Los descendientes"), las antes mencionadas Mara y Spencer, Milla Jovovich y también la princesa Charlene de Mónaco.

Por el negro apostaron muchas, aunque se llevó la palma Angelina Jolie, espectacular con una vertiginosa abertura que dejaba al descubierto casi la pierna entera y con los labios rojos como único adorno.

Otro clásico de esta cita, el rojo, tuvo su momento estelar gracias a los modelos de Natalie Portman, con un Dior vintage de lunares de los años 50, el estructurado modelo de gasa en tono coral de Michelle Williams y el llamativo vestido con cuello halter rematado con una lazada «oversize» de Emma Stone, ambas de Vuitton

Elegancia

De azul, Penélope Cruz en versión princesa de Armani y Sherri Sheperd, y apostando por lamés, brillos y metalizados varios pudo verse a muchas asistentes, entre ellas la siempre sensual Jennifer López con un Zuhair Murad antológico, y a la nominada Meryl Streep, quien quizá no tenía su mejor noche envuelta en drapeados de color bronce.

Aunque para musa, una intemporal, rosa y siempre divina cerdita «Piggy», vestida por Zac Posen, quien no dudó en asegurar que «nunca antes se vio a una cerda tan bien vestida», diga lo que diga su compañero, la rana «Kermit»

Momento estelar sobre la alfombra roja fue también el protagonizado por Sacha Baron Cohen, desalojado tras desafiar a la Academia apareciendo caracterizado como el General Aladeen, al que interpreta en su próxima película, «El dictador».

A diferencia de Baron Cohen, no tenía ánimo de escandalizar la monja católica Dolores Hart, la primera religiosa que ha desfilado con hábito por la alfombra roja de los Óscar, a los que acudió como protagonista del corto documental nominado «God is the bigger Elvis».

En cuestión de maquillaje y peinados se vio de todo un poco, con protagonismo de recogidos en la coronilla y semirecogidos, aunque lo más comentado fue la voluminosa melena afro de la cantante Esperanza Spalding.