Marcel Pich | Teresa Ayuga

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Apenas sonríe. Y hable de lo que hable, difícilmente modifica su expresión adusta. Marcel Pich (Barcelona, 1986) se matriculó en los cursos de "Imatge i so" (IES Juníper Serra), pero su trabajo en temas de cultura y sociedad abarca mucho más allá de los conocimientos audiovisuales adquiridos. Poeta y músico con mensaje propio, actúa de aventador de conciencias apagadas.

Le pregunto qué añadido pondría a su nombre si tuviera tarjetas de presentación. Me responde:
Marcel Pich.- Moliner inquieto, porque la familia se trasladó de Barcelona al Molinar cuando yo acababa de cumplir un año. Así que me siento muy vinculado a mi barrio. ¿En cuanto a lo de inquieto...? Debo serlo. Aunque sea por joven. Mi abuelo paterno, que es muy de derechas, afirma que si los jóvenes no hacemos la revolución no la hará nadie.
Llorenç Capellà.- ¿La hizo él...?
M.P.- Al estallar la guerra era niño. Es de Callús, un pueblo cercano a Manresa, hijo de campesinos conservadores. Sus hermanos crecieron con la República y algunos se afiliaron a Esquerra Republicana. Pero mi abuelo, el pequeño, creció sometido a la influencia ideológica de los padres.
L.C.- Continuemos con la revolución. ¿Quién la hará...?
M.P.- Ojalá pudiera responderle. Igual no la hace nadie. Se afirma que la sociedad actual es individualista. Y no es así exactamente.
L.C.- ¿Qué es?
M.P.- Egoísta. Aunque algún día dejará de serlo. Trescientos años atrás el pueblo no dudaba en cortar cabezas coronadas pensando en la posibilidad de construir un mundo mejor. La moda puede volver.
L.C.- Las revoluciones...
M.P.- Generan violencia. Dicen que las guerras dan continuidad a la historia. Yo no quisiera vivir ninguna. Pero, en cualquier caso, nunca es el pueblo quien crea las condiciones que conducen a una guerra.
L.C.- Usted, en El Molinar, ha impulsado dos homenajes a Aurora Picornell, la líder comunista asesinada por los fascistas en el treinta y siete.
M.P.- Y el próximo enero, coincidiendo con el aniversario de su muerte, habrá un tercero. Pero no ha sido una iniciativa mía, sino de los jóvenes de la barriada que se dan cuenta de que el pasado colectivo se les desvanece. En estas calles, que fueron sus calles, ya casi nadie sabe quién fue Aurora.
L.C.- Durante la manifestación del Primero de Mayo del treinta y seis, se dirigió a los manifestantes encaramada en una de las leonas del Born.
M.P.- Porque era vehemente y creía en lo que predicaba. Estamos faltos de personas con un mensaje ilusionante. Claro que, en aquellos tiempos, aún no se había asesinado a las ideologías.
L.C.- ¿Las matan, a las ideologías? ¿O se suicidan?
M.P.- Las matan. ¡Este incomprensible afán de la izquierda por ocupar el centro...! Chomsky afirma que la izquierda se limita a hacer de muro de contención ante las apetencias de la derecha. Afortunadamente se van formando grupos minoritarios, con los que me identifico, que intentan actuar con un mínimo de coherencia ideológica.
L.C.- Mire que contrasentido: en la fachada de la iglesia del Molinar aún figura escrito el nombre de José Antonio. Y enfrente, en la otra acera, hay otra fachada con la placa que da nombre a la calle de Aurora Picornell.
M.P.- Rouco Varela dijo que la mejor forma de homenajear a las víctimas del fascismo era el olvido. Y sus palabras no cayeron en saco roto. Yo quisiera decirle que la Iglesia se queda con José Antonio, que será su líder si lo glorifica, y el pueblo con Aurora Picornell, que era de los suyos. Pero el pueblo pasa de Aurora.
L.C.- ¿De qué no pasa...?
M.P.- De Mourinho, de Tele5... Esperemos que los movimientos sociales y la lucha vecinal puedan activar el mermado espíritu crítico de las mayorías.
L.C.- ¿De qué partido aceptaría la oferta de integrarse en su candidatura?
M.P.- Coincido casi plenamente con la CUP o Candidatura d'Unitat Popular. Trae aire fresco a la política. Y honestidad.
L.C.- Esto será en Catalunya...
M.P.- Pero en Mallorca empieza a haber ofertas parecidas. Alternativa per Pollença es una de ellas. Es un partido asambleario, municipalista... Estoy convencido de que el cambio político, si se produce, se producirá desde los municipios.
L.C.- Como músico usted procede del rock.
M.P.- Y continuo en el rock a través de Eixut, el grupo con el que empecé a actuar en público. Además interpretamos reggae, ska, rumba... Pero también me he incorporado a la música popular con Taverners. Roger Mas, que es un cantautor al que admiro profundamente, afirma que la música popular es "com un riu on tots hem de beure, però tots hi hem d'abocar aigua".
L.C.- ¿Taverners...?

M.P.- Nació después de empaparnos de Biel Majoral, Maria del Mar Bonet, UC... Y cantamos sus canciones con el añadido de las guitarras eléctricas. Escuché "En aquesta illa tan pobre", y quedé maravillado. ¡Si los de UC únicamente acompañaban las voces con un tambor y una flauta...! Y a Majoral lo tengo en un pedestal. Es difícil hallar una persona tan coherente, tan comprometida con su país...
L.C.- Jaume I se relaciona con el comienzo de la cultura catalana en Mallorca. Dentro de setecientos años ¿se dirá que José Ramón Bauzà puso las bases definitivas de la españolización cultural?

Los mallorquines ya nos hemos acomodado a vivir en la Reserva y no reivindicamos la calle. No obstante, hemos de espabilarnos: o comprometemos la inmigración en la defensa de nuestros intereses o el futuro pinta mal”

M.P.- No, porque se lo habremos impedido los aborígenes de la Reserva. O así lo espero. Porque los mallorquines ya nos hemos acomodado a vivir en la Reserva y no reivindicamos la calle. No obstante, hemos de espabilarnos: o comprometemos la inmigración en la defensa de nuestros intereses o el futuro pinta mal.
L.C.- ¿Cómo califica el alboroto de Son Gotleu?
M.P.- Al margen de un hecho concreto, como es la muerte de un ciudadano nigeriano, la violencia que se desencadenó pone en evidencia la nula política de integración cultural que ha llevado a cabo Cort en la barriada. ¡Al Sistema ya le va bien el choque entre culturas...!
L.C.- ¿Has puesto algún brochazo de pintura en el toro de Osborne de Algaida?
M.P.- Ni he participado en las pintadas ni conozco a ninguno de los pintores. Pero me alegro de que lo pintaran, porque es una muestra de la capacidad de respuesta de los mallorquines ante las provocaciones culturales. El toro de Osborne es el símbolo de una cultura que se nos quiere imponer. ¿La respuesta...? ¡El humor!
L.C.- Hábleme de Eixut.
M.P.- Es un grupo de rock que emplea "el grall de les xeremies" como instrumento solista, tal como hace Obrint Pas con la dulzaina. Musicalmente no hemos inventado nada. Pensamos que la originalidad viene marcada por nuestra puesta en escena. Creemos en nuestras propias neuras, somos provocadores. Siempre partiendo de un lenguaje ideológico sincero, de la honestidad...
L.C.- ¿Asocia la ideología a la ética?
M.P.- Sí. De la misma manera que no concibo el arte exento de espíritu crítico. Porque todo es política. El dadaísmo fue una provocación. Ergo lleva implícito un mensaje político. ¿Que en los últimos tiempos el intelectual y el artista habían renunciado a su compromiso de solidaridad, de país...? Es cierto. Pero vamos a superarlo. De adolescente, mi padre me dio a leer Mecanoscrit del segon origen, de Pedrolo. Y quedé alucinado. Pedrolo inquietaba. Por esto está medio olvidado.
L.C.- Seguro que usted fue un estudiante rebelde.
M.P.- Parece que sí. Quise hacer historia y lo dejé. A los dieciocho años daba palos de ciego. Ahora quisiera matricularme en filología catalana. Me gustaría. Pero tengo mil compromisos y mil distracciones. Carezco de tiempo.
L.C.- Usted ha sido uno de los promotores de la primera "Marxa jove pel territori".
M.P.- Fuimos a pie de Sant Joan a Montuïri y la caminata acabó con una cena al aire libre y un concierto. Pretendemos cohesionar a la juventud, reunificar lengua y paisaje... Pienso que el Acampallengua, pese a su indudable éxito, está predicando un mensaje que ya está superado. Nosotros, con "Marxa jove pel territori" queremos asumir las inquietudes de la juventud desde una perspectiva actual. Nos oponemos al plan de carreteras. Los pueblos se están despersonalizando, se convierten en zonas dormitorio.
L.C.- ¿Tiene en el patio de casa una jaula con periquitos o jilgueros?
M.P.- No, porque creo que los pájaros merecen vivir en libertad. Pero no tengo nada que ver con el Frente de Liberación Animal ni con los movimientos animalistas. A veces me he manifestado con ellos frente a la plaza de toros. Y no me arrepiento. Pero si les convocamos para que nos apoyen en alguna concentración contra los casos de tortura en el Estado Español, no suelen aparecer.
L.C.- ¿Es usted Maulet?
M.P.- Pertenezco a Esquerra Independentista de Mallorca. Pretendemos conseguir algo muy parecido a la CUP. Ya se lo he explicado: nos interesa remover conciencias desde la calle, desde las barriadas. Y como músico y cantautor hago lo mismo: incito a la gente a despertarse.
L.C.- ...
M.P.- Creo en la guerra. Pero en la guerra dialéctica, respetando siempre a quien no piensa como yo. Aunque entiéndame: no soy un flojo. El respeto no implica moderación.

Ocurrió el mes pasado. Un grupo de jóvenes (Molinamdefesta), entre los que figuraba Marcel Pich, decidieron organizar una serie de actos de contenido lúdico y de entretenimiento con motivo de las fiestas populares de la Mare de Déu d'Agost. Vean si no: una gincana infantil, una verbena junto al mar con ritmo caribeño y un pasacalles "amb sopar a la fresca i combat de gloses". Para ello solicitaron la colaboración económica de los comercios del vecindario e imprimieron doscientos carteles tamaño folio que pegaron en los mostradores y en la calle. Tal como se esperaba, las fiestas trascurrieron animadamente. Pero días después, Marcel Pich recibió una llamada en el móvil: una funcionaria del Ayuntamiento instaba a los componentes de Molinamdefesta a retirar los carteles de los espacios públicos si no querían ser denunciados por la concejalía de Medio Ambiente. Tanto interés por un Molinar limpio no era usual, sobre todo si tenemos en cuenta que algunas calles parecen un vertedero. Y no los retiraron. "El Partido Popular aún no ha retirado los de las elecciones del 22-M", se justifica Marcel Pich. ¿Qué pasó...? Quién sabe. Pero es fácil deducirlo. Durante muchos años las barriadas de Palma fueron coto cerrado del equipo de José María Rodríguez. Y las fiestas populares siempre contaron con una amplia representación conservadora, porque la calle lleva tiempo siendo suya. Juguemos a las adivinanzas: la llamada de la funcionaria ha de atribuirse forzosamente a un ataque incontrolado de celos.