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La artista Lluïsa Verd Marí ha vuelto a hacerlo. Nos ha dejado muertos y es que cuando tu cuna es el Mediterráneo, tienes interiorizada una cadencia, un movimiento natural, el ir y venir de las olas en la orilla, la suavidad con la que rozan la arena o acarician la roca y vuelven, en un juego infinito, a adentrarse en aguas más profundas. Ese ir y venir es una metáfora del tiempo, un viaje al pasado del que despertamos cada vez que la ola toca la tierra y en el que tomamos el impulso para afrontar el futuro volviendo a fundirnos en el mar de nuestros pensamientos. Y cada vaivén es una mirada al lugar de donde venimos, a los cariños que nos forjaron, a las caricias, las sonrisas y los juegos de la niñez. Al amor puro y verdadero de mis abuelas, M. Luisa y Fina.

Al olor de las sábanas tendidas al sol del campo en Mallorca, a las tardes correteando entre la hierba fresca de primavera, a la luz dorada entrando por los portalones de sus casas. Un legado de cariño limpio y sincero que perdura en las joyas que me dejaron, que son la llave de acceso a mi memoria sensorial y emocional.

Ellas inspiran esta colección ‘JOIA DEL MAR’ realizada con metal bañado en oro y madreperla cultivada, se materializa en collares en diferentes largos, pulseras, anillos que hacen que ellas sigan aquí conmigo. Porque nadie se va del todo mientras se le recuerda. El acto de presentación tuvo lugar en una tienda de zapatos que es una asociación perfecta. Lluïsa estuvo muy bien acompañada de sus amigos más queridos. Sigo con otra empresa que no para ni en fiestas.