La acusada acudió a la sala número 6 de lo penal. | Pascual Ribot

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La tensión sigue latente en los pasillos del Mercat de l’Olivar y llegó este jueves por la mañana al juzgado de lo Penal número 6. En el juicio, en el que el regente de una charcutería presentó una denuncia contra el establecimiento vecino por acoso y en el que el denunciante alegó que, «estoy fundido, no puedo más con esta situación».

La acusación particular pide para la enjuiciada ocho meses de prisión por acoso continuado durante tres años, la inhabilitación para poder regentar su puesto, además del pago de una indemnización de 14.000 euros por daño moral.

El denunciante relató diferentes episodios en el que la presunta acosadora y sus trabajadores insultaban y amenazaban al director de la charcutería vecina. «Llegaron a increpar a mi mujer porque mi hijo de cuatro años jugaba por el pasillo», aseguró el perjudicado. A su vez, también relató varios capítulos en los que se atacaba a su cónyuge de manera reiterada. «Llegaron a llamarla hija de p…, te quieres callar la boca».

Además, añadió que los problemas se reproducen con más establecimientos del Mercat de l’Olivar. «Creo que tienen malas prácticas con todo el pasillo, no sólo con nosotros, pero es que yo ya no puedo más con esta situación», reiteró.

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Al ser preguntado por la duración de esos supuestos ataques continuados hacia su establecimiento, su familia y sus trabajadores manifestó que, «la situación tranquilamente se da desde 2016 más o menos», aunque entre nervios no pudo concretar una fecha exacta. Uno de los puntos calientes que dinamitó la relación entre ambos fue el fichaje de un empleado de la charcutería denunciada. «Creo que fue algo que agravó la situación, pero ya venía de mucho antes», mencionó en el juicio.

Por su parte, la querellada negó con rotundidad cualquier acoso por parte suya o de sus empleados. «Nunca hemos hecho nada de esto», comentó resignada. Según la defensa, el escrito de acusación no se sostiene y pidió el pago total de las costas ocasionadas.

La Fiscalía, que en ningún momento acusó, insistió en que se trata de una situación de «mala vecindad» aunque tampoco negó qué «la situación haya podido desencadenar daños psicológicos en el denunciante».