Imagen de archivo de los juzgados de Vía Alemania. | Alejandro Sepúlveda

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D.Taras O., ucraniano de 55 años, en su declaración judicial en Vía Alemania lo tenía muy claro: «No me arrepiento de nada de lo que he hecho y lo volvería a hacer». El detenido por hundir parcialmente el yate de lujo de su jefe ruso en Port Adriano, reconoció los hechos en todo momento y cargó con toda la culpa a la vez que asumió la responsabilidad de lo sucedido. A la llegada de la Guardia Civil, se entregó y lo dejó muy claro: «Mi jefe es un criminal que vende armas que matan al pueblo ucraniano».

El detenido, que trabajaba como mecánico en el barco Lady Anastasia desde hacía unos diez años, se ha mostrado muy contundente en todas las declaraciones desde su detención. Era un acto de «venganza» contra el propietario de dicha embarcación, el ciudadano ruso Alexander Mijeev que ocupa un alto cargo en una empresa estatal rusa especializada en armamento.

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«Este sábado en el tiempo de descanso vi las noticias sobre la guerra. Había un vídeo de un ataque de un helicóptero a un edificio de Kiev. Los armamentos utilizados los produce la compañía del propietario del barco. Estaban atacando a inocentes», ha explicado durante la declaración.

Dos horas después de ver el vídeo, el mecánico ucraniano regresó a la embarcación con la decisión de «vengarse del dueño causando solamente daños materiales, no personales» y cerró las válvulas de combustible para que no hubiera fugas contaminantes. Acto seguido, avisó a la tripulación que tras conocer sus intenciones le dijeron que «estaba loco». Sin embargo, el detenido les recordó que ellos «también eran ucranianos» y que «su patria había sufrido ataques con misiles producidos por el dueño del barco». Por último, comunicó a sus compañeros que «no se preocuparan ya que él asumiría toda la culpa».