Imagen del Angeles Alvarino. | BORJA SUAREZ

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Beatriz Zimmerman, la madre de las niñas Anna y Olivia, ha difundido una carta en la que afirma que ellas son ahora dos ángeles que han venido al mundo enseñando una gran lección a costa de su vida, y pide que su muerte no sea en vano, sino que trascienda en amor para los niños.

La madre de las dos pequeñas que desaparecieron en Tenerife el pasado 27 de abril junto a su padre, Tomás Gimeno, ha difundido una misiva que encabeza con la afirmación: «con todo el dolor de mi alma, les quiero escribir una carta de agradecimiento» porque han estado «en corazones y rezos con ellas y conmigo acompañando todos los días desde que desaparecieron, ofreciendo todo el amor y ayuda para que tuviera un final feliz».

Desgraciadamente no fue así, prosigue Beatriz Zimmerman, que ha sufrido «el dolor del acto más monstruoso que una persona puede cometer: matar a sus propios e inocentes hijos».

«Deseo que la muerte de Anna y Olivia no haya sido en vano. Y que aunque ahora sintamos el mayor odio, desesperanza y dolor, no sea para traer más sufrimiento al mundo sino lo contrario. Que trascienda en amor para los niños en forma de protección, educación y respeto», asevera.

Gracias a ellas muchos padres miran ahora a sus hijos de otra manera y valoran mucho más el amor y los momentos diarios de las cosas simples, indica Beatriz, que alude «a ese maravilloso día a día que tanto echo de menos. Lo que yo daría por peinarles el pelo… Ese simple acto ahora mismo es lo que más desearía…».

Afirma que gracias a ellas se conoce el significado de la violencia vicaria y su madre espera que las leyes «se pongan más duras protegiendo a los niños» porque ellos no tienen por qué cargar con esa mochila, y si el amor se acaba lo más importante es el bienestar de los hijos.

«Si hay maltrato en los progenitores hay que ser muy tajantes porque los niños no pueden estar creciendo viendo violencia. Los niños son el futuro y es muy importante que crezcan observando un ambiente de respeto, paz, amor y tranquilidad», considera Beatriz Zimmerman.

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Por ellas y por todos los niños, añade la madre de Anna y Olivia, que precisa que ambas «estaban llenas de amor, todos los días yo les decía a cada momento que las amaba muchísimo… A Olivia le decía; Oli tengo un problema, ella me respondía: sí mami, ya lo sé…Que me quieres demasiado. Y ella sonreía».

«Los niños son nuestra responsabilidad y yo como madre me duele en el alma no poderles haber salvado la vida. Ojalá yo hubiera estado en ese momento junto a ellas de la mano y morir juntas… Pero eso no pudo ser porque Tomás quería que sufriera buscándolas sin descanso y de por vida. Esa fue la razón de dejarme a mi con vida … Y por supuesto, el no quedar como el mayor asesino de la historia», lamenta.

Pero también indica que «aquí la justicia salió a la luz» porque gracias a toda la energía enviada en este caso tan desgarrador, gracias a todo el amor que pusieron, sucedió el milagro de encontrar a Olivia y que la verdad se conociera.

«Cuando me dijeron la noticia se me vino el mundo encima, y por muy duro que sea por lo menos ahora puedo llorar su pérdida y sentirlas a mi lado a cada momento; sentirlas cuando me despierto, cuando desayuno, todo el día, hasta que me acuesto…», explica la madre de Olivia, de 6 años, y de Anna, de tan solo uno.

Afirma también Beatriz Zimmermann que debería de existir el día nacional del Niño todos los 27 de abril para recordar que ellos son, junto a las personas mayores, «nuestro principal cometido de dar amor, apoyo y educación. No olvidar que dependen de nosotros y que confían plenamente en nuestro amor hacia ellos. Tenemos una responsabilidad».

Desea también que la muerte de las niñas sirva para crear mayor consciencia sobre «el amor que entregamos a nuestros hijos, en valorarlo y cuando estamos con ellos no tener la cabeza en otros asuntos sino en ellos. Nos necesitan y nos adoran».

Olivia y Anna, ahora los angelitos de los niños, continúa su madre, piden que les den todo el amor a sus hijos, dedicación, respeto, y que se les inculquen valores para un mundo mejor.

«Ellas habrán muerto en cuerpo, pero su alma está con todos nosotros para siempre, ayudando a tener más conciencia, amor y respeto por nosotros. La gran mayoría de las personas son seres increíbles, lo han demostrado en este acto tan cruel con la compasión y el dolor. Gracias de todo corazón», concluye Beatriz Zimmerman.