El acusado por el crimen de Sencelles, en el juicio en la Audiencia Provincial | Europa Press

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La Guardia Civil concluyó que el hombre hallado sin vida en una finca de Sencelles en mayo de 2017 sufrió una «muerte homicida con mucha violencia» y que los indicios no son «compatibles con una lucha» entre dos contendientes, puesto que la víctima sólo presentaba heridas claramente defensivas. Además, consideran que el móvil del crimen fue un robo.

Los agentes encargados de la inspección ocular han comparecido este miércoles en la tercera sesión del juicio, que se celebra con un jurado popular en la Audiencia Provincial de Baleares. El acusado es el exyerno de la víctima. La Fiscalía pide para él 30 años de prisión por asesinato y robo con violencia, y los familiares del fallecido piden prisión permanente revisable.

La vista de este miércoles se ha interrumpido brevemente porque un miembro del Jurado se ha mareado cuando se exhibían las fotografías del crimen. Los agentes de criminalística, tras examinar el lugar del delito, concluyeron que el ataque se produjo en la cocina, estando víctima y agresor aproximadamente a un metro de distancia, porque así lo sugieren las «proyecciones de sangre con velocidad» que quedaron en la puerta y en la nevera.

En el lugar había un gran charco de sangre y huellas de manos y zapatos impregnadas en distintos puntos de la habitación, como una pisada estampada de un zapato sobre un taburete. Sin embargo, el calzado de la víctima estaba limpio. «Prácticamente no se levantó», ha indicado uno de los agentes.

Los agentes han mantenido «sin ninguna duda» que el ex yerno de la víctima es el autor del crimen. Se encontró su perfil genético en manchas de sangre en distintos puntos de la casa -una mancha detrás de un sofá, en los cajones de la cocina y en una mesilla de noche, entre otros lugares-, y en su coche un perro entrenado marcó un pantalón azul con sangre de la víctima.

Robo, el móvil

Según la reconstrucción de la Guardia Civil, probablemente la víctima estaba trabajando en su taller e interrumpió sus tareas para abrir la puerta y recibir al acusado, puesto que dejó sus gafas sobre la mesa y la luz encendida.

Los investigadores creen que el móvil de la agresión fue un robo, porque quedaron rastros de sangre por toda la casa que apuntaban a un registro por parte del atacante. «Claramente este registro fue posterior a la agresión», han indicado.

En la cartera de la víctima también se detectaron restos biológicos del acusado. Los investigadores preguntaron a los familiares si faltaba algo en la casa y constataron que había desaparecido un recipiente -que contendría dinero-, dejando una circunferencia en el polvo donde había estado colocado.

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Cabe tener en cuenta que la defensa no cuestiona la responsabilidad del acusado en la muerte de la víctima, pero sí las circunstancias y la calificación jurídica. Las acusaciones imputan a A.B. un delito de asesinato con alevosía, mientras que la defensa plantea un homicidio, que conlleva penas inferiores.

En este sentido, el informe de la inspección ocular contradice la versión de la defensa, quien sostiene que los dos hombres se enzarzaron en un «forcejeo con resultado de muerte». Asimismo, el hecho de que el homicidio facilite la comisión de otro delito -en este caso, un robo- es otro de los factores que según el Código Penal diferencia un homicidio de un asesinato.

La defensa también alega que el hombre cometió el crimen bajo la influencia de las drogas y el alcohol. En la casa se encontraron latas de cerveza, pero eran sin alcohol.

La Guardia Civil identificó al acusado al cotejar las huellas dactilares recogidas en el escenario del crimen, porque constaba en los registros de la Policía Nacional al haber sido detenido anteriormente por una presunta agresión sexual.

El Instituto Armado organizó un dispositivo para localizar al acusado, que fue arrestado en la vivienda de sus padres. Según agentes que estuvieron presentes en la detención, el hombre apenas habló, pero les entendía y era consciente de lo que estaba ocurriendo.
Cuando fue detenido, el hombre estaba «serio», «deprimido», y generalmente cabizbajo. Sólo expresó emoción en dos ocasiones, cuando se le leyeron sus derechos en la comandancia y «se vino abajo» momentáneamente, y cuando se despidió de su hijo y éste le recriminó «que qué había hecho». Entonces, se le humedecieron los ojos, ha contado uno de los agentes.

Llamada de teléfono

Por otra parte, ha comparecido el técnico de investigación tecnológica que estudió el tráfico de llamadas de los teléfonos de la víctima y el acusado. Hubo una llamada el día posterior al asesinato, del teléfono de la víctima hacia el del acusado, pero saltó el buzón de voz.

Según el experto, «caben muchas hipótesis» que podrían explicarlo, como que el acusado utilizara el teléfono para llamarse a sí mismo y encontrar su propio móvil o que se marcara por error. Debido a que se proporcionó un PIN incorrecto del móvil del acusado, la investigación no pudo acceder a tiempo al buzón de voz y el mensaje no pudo ser recuperado.

El terminal de la víctima nunca fue encontrado. En el año anterior al crimen, sólo hubo tres llamadas entre el acusado y su ex suegro.