Vicente Mas, presidente de la comunidad de vecinos, este miércoles en el portal. | Alejandro Sepúlveda

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El olor a marihuana ambientaba todo el edificio situado en el número 57 de la carretera de Valldemossa, en Palma, desde hacía casi un año. «Yo salía de mi casa y el olor a marihuana me pegaba una hostia brutal, no sabía de dónde venía», dice un joven que vive en el quinto, cerca de la puerta E, desde donde emergía el tufo. Los vecinos tapiaron hace unos días la vivienda okupada en la que se cultivaba la droga después de que la Policía Nacional tirara la puerta abajo en busca de los traficantes.

Los residentes llevaban tiempo quejándose del olor a marihuana al presidente de la comunidad, Vicente Mas. «Me saltaron las alarmas cuando me dijeron que un día olía a marihuana y otro a disolvente, amoniaco, lejía y productos de limpieza», cuenta este miércoles Mas, que se le ocurrió mirar los contadores. El presidente descubrió que el 5E estaba enganchado al suministro eléctrico de forma ilegal y al agua.

Hace un año que el propietario de la vivienda pagó 5.000 euros de gastos comunitarios que debía. «El hombre vendió la casa a un fondo buitre». Los vecinos desconocen el número de okupas que vivía en ese piso, de 100 metros cuadrados y valorado en más de 200.000 euros, que acabó destrozado. Los sospechosos rompieron los falsos techos para aprovechar al máximo el espacio.

«Ahí dentro había una infraestructura del copón bendito con siete aparatos de aire acondicionado». Los agentes de la Policía Nacional que investigan el caso calcularon por el invernadero que los sospechosos tenían unas 500 plantas. «No se podía vivir aquí, el olor a marihuana era bestial», añade el presidente de la comunidad.

El 28 de octubre, cuando los policías acudieron al domicilio y rompieron la puerta, un perro «diminuto», un chihuaha, los recibió. No había nadie en el interior. Ni rastro de la plantación. «Los okupas se llevaron días antes las plantas con nocturnidad y alevosía, las arrastraron con cajas. Yo vi marcas en el suelo una mañana. Hemos estado un año conviviendo con ellos, tomaron muchas precauciones, eran como unos fantasmas».

Medidas

El presidente de la comunidad difundió una nota informativa por el edificio tras tapiar la entrada del piso. «La puerta 5E estaba habitada por un número indeterminado de okupas con una inmensa plantación de marihuana compuesta por medio millar de plantas. Afortunadamente, y gracias a la Policía Nacional, hemos sacado a los okupas y tapiado la entrada al piso (para que los indeseables no vuelvan a entrar», señala el documento. Los vecinos valorarán adoptar una serie de medidas para evitar nuevos okupas.