Alejandro Jiménez Cruz, el legionario fallecido.

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La Policía Judicial de la Guardia Civil ha desmontado por completo la versión de la Legión en referencia a la muerte de Alejandro Jiménez Cruz, el joven caballero legionario muerto durante unas prácticas de tiro en Alicante.

La versión oficial facilitada por el Ejército en un primer momento fue que el joven legionario, ascrito al Tercio ‘Don Juan de Austria' 3º de la Legión, había fallecido como consecuencia de un disparo recibido durante unos ejercicios de adiestramiento en el campo de maniobras de Agost (Alicante). También apuntaban que durante el transcurso del ejercicio de fuego real, programado en una salida ‘Alfa' de la compañía, el soldado había recibido un disparo de fusil HK de 5.56 milímentros y que el proyectil le entró por la axila, aunque llevaba el chaleco antifragmentos puesto.

Una vez levantado el secreto de sumario, Ultima Hora ha tenido acceso al sumario judicial donde se recoge toda la documentación, pruebas e informes policiales. La invesgitación policial desvela infinidad de irregularidades e intentos de coacción por parte de mandos de la compañía.

En uno de los oficios policiales se recoge que «gestiones practicadas por el Equipo Territorial de la Policía Judicial de Novelda (Alicante), Labotarorio, Homicidios y la autopsia, se observa un orificio de entrada en el pectoral derecho, con una dirección totalmente horizontal y en sentido de derecha hacia izquierda (corazón), sin orificio de salida del proyectil. Hace pensar a esta instrucción, que el suceso que provocó la muerte del Caballlero Legionario Jiménez Cruz, pudo no ser consecuencia de un rebote del proyectil sobre el terreno, sino un impacto directo proveniente de otro de los componentes de la línea de tiro».

Desde un primer momento, la Guardia Civil se encontró con serias dificultades para poder investigar el caso. La hostilidad y la falta de colaboración por parte del capitán de la compañía y de algunos mandos era evidente.

Nada más llegar los investigadores, el capitán les dijo que se trataba de un accidente. «Ha sido un rebote. No hace falta ser un lince». A todo ello hay que ir sumando una gran cantidad de irregularidades detectadas. Entre ellas, que el chaleco antifragmentos que la Legión entregó al militar mallorquín Alejandro Jiménez para la realización del ejercicio de tiro con fuego real estaba caducado. Fuentes próximas al caso sostienen la obligatoriedad de los mandos (capitán de la compañía como máximo responsable) de cuidar el material para que el mismo estuviera en perfectas condiciones.

Placas balísticas

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Otro de los puntos que mayor indignación está teniendo entre los familiares del militar fallecido es que el chaleco de Alejandro Jiménez no tenía placas balísticas. Es decir, la protección metálica con los que se repelen los impactos de bala. Según la testifical de numerosos legionarios interrogados, estas placas se encuentran en un almacén y nunca las utilizaban. Es más, nada más producirse el fallecimiento de Alejandro, las mismas fueron limpiadas y se comenzaron a utilizar.

El sumario también recoge un informe elaborado por los expertos de la Guardia Civil donde se determina que al cien por cien de seguridad que si el legionario mallorquín hubiese llevado esas placas balísticas durante el ejercicio de tiro habría sobrevivido.

Falta de planificación

Otra de las sombras del caso hace referencia a la falta de planificación del ejercicio de tiro. Tal y como marca la legislación, cuando se trata de unas prácticas con munición real las mismas deben estar planificadas por escrito. En esta ocasión no lo estaban. De hecho, hay un informe policial que sostiene que cuando el joven soldado recibió el impacto de bala en el pecho, la ambulancia militar que se encontraba en el campo de tiro sólo tenía un conductor.

Padre del joven militar

Juanjo Jiménez, el padre del militar mallorquín fallecido, sostiene que los mandos del Tercio de la legión en el tanatorio de Alicante le mintieron descaradamente. «Me dijeron que se trataba de un terrible accidente; un proyectil rebotado que le había entrado justo por la axila, por donde no tiene protección el chaleco. Recuerdo que me llamó dos veces la ministra de Defensa, Margarita Robles, para darme el pésame. Me dijo que mi hijo había muerto por el rebote de una bala. Me mintió. Aun estoy esperando que me llame para disculparse», concluye.

Juan José Jiménez, padre del joven militar fallecido en el campo de tiro, es un hombre roto de dolor. Juanjo, ha sido 14 años piloto del helicóptero del SAR en Mallorca, 4 años piloto de extinción de incendios del Ibanat y ahora pilota un helicóptero de rescate en el Estrecho. «Quiero llegar hasta el final. No quiero que nadie tape la verdad».

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