Nuria Ester Escalante y su hijo Aarón mantenían contacto telefónico a diario hasta el día en el que desapareció. | Paco S. Pérez

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La Guardia Civil sigue el rastro de los restos de sangre hallados en una casa de Sant Antoni de Portmany (Ibiza), donde presuntamente estuvo Nuria Ester Escalante, la mujer de 52 años desaparecida desde hace 28 días.

Paralelamente, los agentes prosiguen con los interrogatorios de los cuatro hombres detenidos a última hora del lunes por su presunta implicación en la desaparición violenta de la mujer.

Entre los detenidos, un uruguayo, un argentino, un italiano y un polaco, se encuentran dos que habrían compartido alojamiento con la mujer en Can March, un viejo taller abandonado junto a la entrada de Sant Antoni y en el que conviven una decena de 'okupas'.

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En la puerta de la habitación donde vivía hay una leyenda con rotulador en la que se puede leer «peligro de muerte». Una de las personas que comparten puerta con puerta señaló que los agentes «vinieron y realizaron una inspección en el lugar y que no saben nada más».

La mujer de 52 años y vecina de Alicante había trabajado varias temporadas en la isla como vigilante de seguridad y se había trasladado a la isla para buscar trabajo. Nuria Ester y su hijo Aarón mantenían contacto telefónico a diario hasta finales de octubre, hasta el fatídico día 31 de octubre.

«A partir de ese día le llamábamos y el teléfono estaba apagado o fuera de cobertura. Sabíamos que algo no iba bien y por eso contacté con la Guardia Civil». Tres semanas después han llegado las primeras detenciones pero todavía se busca a Nuria Ester.