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Las dos cajas negras del avión de la compañía española Swiftair que se estrelló el jueves en Mali cuando volaba para Air Algérie llegaron este lunes a París donde han quedado en manos del organismo oficial francés especializado en accidentes aeronáuticos para su estudio.

Una portavoz de la Oficina de Investigaciones y Análisis (BEA) indicó que las cajas negras se encuentran en su centro técnico de Le Bourget, en las afueras de París.

«Los investigadores están trabajando para tratar de abrirlas y luego extraer su contenido», indicó la portavoz, que no quiso aventurar el tiempo que tardarán.

La misma fuente precisó que, mientras no se hayan abierto, no se puede conocer la dificultad para el trabajo de recuperación del contenido: «puede tardar unas horas, unos días o unas semanas», señaló.

El director del BEA, Rémi Jouty, había explicado este domingo que las primeras observaciones hechas en Mali por sus expertos habían permitido constatar que la que registra los parámetros del vuelo estaba «poco dañada», por lo que tenía grandes esperanzas de que se puedan recuperar sus datos.

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En cuanto a la segunda, la que graba las conversaciones que se producen en la cabina, señaló que parecía «mucho más dañada», pero pese a todo se negó a sacar conclusiones prematuras de ese hecho, y añadió que confiaba que pueda aportar información.

La dirección de la investigación del siniestro del MD-83 de Swiftair en principio está en manos de las autoridades de Mali, por ser el país donde se produjo, pero Bamako ha pedido asistencia a Francia, y en particular al BEA.

Por esa razón las cajas negras, después de haber hecho escala en Gao y luego en Bamako, han sido reenviadas a Francia.

El ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, comparece esta tarde en una conferencia de prensa junto al secretario de Estado de Transportes, Frédéric Cuvillier, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, Pierre de Villiers, para dar cuenta de la marcha de la investigación.

Sobre el terreno, más de 200 militares, en gran medida franceses, se encargan de proteger el lugar donde cayó el avión en un espacio muy reducido de unas nueve hectáreas, al este de Mali.