PALMA. SUCESOS. BUSQUEDA DEL CUERPO DE LA MUJER DESAPARECIDA EN 1977. FOTOS: ALEJANDRO SEPULVEDA | Alejandro Sepúlveda

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Caso cerrado, al menos policialmente. La Guardia Civil concluyó ayer la búsqueda de los restos humanos de María Pujol Escala, la posadera de Son Ferrer asesinada en 1977 por su esposo, Jaime Colomar. Ahora, los trozos hallados serán analizados para determinar si se corresponden con la señora desaparecida hace 36 años, que era madre de nueve hijos.

Ayer al mediodía, el Grupo de Homicidios y la Policía Científica regresaron a la finca de Son Llebre, en Son Ferrer (Calvià), donde supuestamente fue enterrada María. Los perros adiestrados habían marcado una zona de cinco por cinco metros y las labores de búsqueda se centraron allí. El problema principal era el tiempo transcurrido y el hecho de que el asesino, ya fallecido, quemó los cadáveres de vacas junto a la mujer. Además, mantuvo la hoguera encendida durante meses, arrojando cada día maderas, basura y todo lo que encontraba en la finca que fuera combustible.

La inspección de ayer, que duró varias horas, fue seguida de cerca por Paquita, una de las hijas de Jaime, y uno de sus hermanos. La mujer explicó que su padre «era un monstruo» y que toda la familia siempre había sospechado que el cabeza de familia tenía algo que ver con la desaparición de María Pujol.

«Siempre estuvimos amenazados por mi padre, teníamos mucho miedo todos, los nueve hermanos», añadió. Paquita sospecha que su madre fue asesinada en el baño de la casa: «El día que desapareció ella, el lavabo del aseo apareció roto. Creemos que le golpeó la cabeza contra ese mueble».

El hermano de Paquita, por su parte, contó que un día le preguntó a su padre por la desaparición de la madre y aquél lo amenazó con un puño americano, dentro del cuarto de baño. El asesino sometió a algunas de sus hijas a abusos sexuales y maltrató al resto. Paquita, por ejemplo, dejó de ir al colegio cuando su madre desapareció.