Miquel Serra Bosch, con cara relajada minutos antes de empezar el juicio. Fotos: S. AMENGUAL

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Bien por la espalda, bien en medio de una discusión, Miquel Serra Bosch mató al marido de su ex mujer a golpes con una barra de hierro en Son Oliva. El acusado se enfrenta a una posible condena de 28 años de cárcel. En su declaración de ayer ante el jurado popular que le juzga reconoció ser el autor de la agresión, ocurrida en agosto de 2009. Los ciudadanos que componen el Tribunal tienen que decidir si fue un asesinato o un homicidio, es decir, si Serra atacó por la espalda y por sorpresa a Juan Molero o si ambos hombres entablaron una discusión y en el curso de ésta tuvo lugar el crimen. El acusado sí niega que intentara matar a cuchilladas a un vecino que presenció los hechos desde su casa y bajó al aparcamiento para intentar detenerle. Su defensa, a cargo de la letrada Luisa Serra, solicita además que se le aplique el atenuante de obcecación ya que sostiene que padece celotipia, es decir, que es un celoso obsesivo.

En una declaración muy confusa, Serra admitió que esa noche fue al aparcamiento con la intención de «dar un escarmiento» al marido de su ex mujer. Sabía dónde vivía el matrimonio y conocía el coche de la víctima. Según admitió, primero intentó abrir el vehículo para esperarle dentro con una varilla metálica.

Forcejeo

Como no lo consiguió, le aguardó a la entrada del aparcamiento. «Le dije que tenía que hablar con él y se fue al coche, yo fui detrás suyo y él cogió una barra de metal, yo se la quité porque temí que me golpease y fue cuando le pegué», dijo. La víctima se volvió y Serra Bosch admite que le agredió una y otra vez con la barra: «No sé ni dónde ni los golpes que le di», declaró. El acusado estaba en Palma desde un mes antes del suceso. En aquel momento cumplía tercer grado en Zaragoza por otros delitos y en un fin de semana de permiso viajó a la Isla. Se quedó un mes porque, según cuenta, perdió el barco.

Tras beber mucho la tarde del 6 de agosto se levantó al día siguiente en un parque y asegura que se acordó de que hacía tres décadas la víctima había escupido a su madre, o eso le habían contado: «Voy a darle un escarmiento a éste a ver si a mí me escupe». En el mes en el que estuvo en Palma, la Fiscalía cree que recorrió los lugares a los que solía ir la víctima y que por eso la tenía localizada. Él cuenta que le había visto en dos ocasiones y que en una le intentó atropellar.

En la primera sesión del juicio, que se prolongará a lo largo de esta semana, también declararon los agentes del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía que investigaron los hechos y los primeros agentes del cuerpo que llegaron al lugar. Éstos contaron que la centralita recibió varias llamadas, entre ellas las del joven que intentó detener al agresor. A éste le encontraron «muy asustado». El testigo pensó que lo que veía por su ventana era a una persona que causaba daños en los vehículos y por eso bajó para retenerle. En ese momento Serra Bosch llevaba encima, además de la barra con la que mató a Molero, un cuchillo de cocina de grandes dimensiones. Según contaron los policías, arrojó la barra contra el joven y como éste no se fue, le intentó agredir con el cuchillo.

Tras ser detenido, el acusado dijo a los policías que había matado a la víctima porque «se acostaba con su mujer».