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Todo pintaba bien. El mar estaba en calma, había oscuridad y la costa se divisaba aparentemente desierta. El oasis era, en realidad, un espejismo. En veinte minutos la cala de Es Salinar, en Sant Telm, se llenó de guardias civiles y policías locales. La aventura de ocho narcotraficantes había acabado de forma súbita.

Los investigadores piensan que el desembarco de hachís debía realizarse en otro punto, pero la banda eligió esa zona porque amanecía y había peligro de que fueran descubiertos. A las seis de la mañana, aproximadamente, la Guardia Civil del cuartel de Andratx, apoyada por la Policía Local, se desplegó rápidamente e interceptó una furgoneta cargada con 250 bultos de hachís, de un peso aproximado de 4.500 kilos.

La droga acababa de ser desembarcada en una potente planeadora, llegada directamente de algún punto de la costa marroquí. Se trataba de una lancha de 12 metros de eslora y provista de 4 motores de 250 caballos de potencia cada uno. «Una embarcación de esas características es capaz de alcanzar velocidades de vértigo», contó uno de los expertos en la lucha antidroga. Los minutos siguientes a la interceptación de la banda fueron de gran tensión. Los ocho implicados decidieron vender cara su captura y emprendieron veloz huida. Los agentes tuvieron que disparar al aire en distintas ocasiones para intimidar a los fugitivos, y finalmente arrestaron a tres de ellos. Se trata de individuos de nacionalidad marroquí y ahora los investigadores tratan de determinar cuál era su estatus en el entramado del desembarco.

Los fardos de hachís fueron trasladados hasta la Comandancia palmesana y en Es Salinar, frente a sa Dragonera, aparecieron ropas de abrigo de los narcotraficantes. El trayecto de noche hasta Mallorca se hace con temperaturas muy bajas y una vez en la Isla los implicados pensaron que tanto abrigo llamaría la atención, por lo que decidieron cambiarse junto a las rocas. Lo que no sabían es que su detención era cuestión de minutos.