TW
0

Coincidiendo con el decimotercer aniversario del asesinato de su hermano, Josefina Aceituno ha viajado a Palma para tratar de impulsar las investigaciones sobre el crimen, que llevan años estancadas. Modesto Aceituno, un yesero que vivía en un piso de la calle Escultor Galmés, recibió trece puñaladas en 1988 y el criminal era una persona que él conocía.

«Me parece un escándalo que nadie haga nada para saber toda la verdad y esclarecer de una vez por todas quién mató a mi hermano. Yo lo tengo muy claro, pero es la policía la que debe actuar», opinó ayer Josefina, que se ha entrevistado con el Grupo de Homicidios de la Jefatura palmesana y con su abogado, Juan Carlos Peiró, para intentar reactivar las diligencias. Según su hermana, todos los males de Modesto comenzaron cuando se enamoró de una mujer en trámites de separación y que fue precisamente quien descubrió el cuerpo sin vida de su amante aquel fatídico 24 de marzo de 1988. «Le metieron en el mundo de la droga, le utilizaban como 'correo', cuando en realidad Modesto nunca había estado metido en este tipo de asuntos», aseguró.

El asesino de Modesto no forzó la puerta. Llamó y el yesero abrió sin precauciones. Conocía a esa persona, porque ambos fueron al dormitorio y justo cuando el hombre se despojaba del pijama fue cuando recibió las puñaladas que acabaron con su vida. «Hubo muchas irregularidades en la investigación de la policía: no precintaron la entrada y mucha gente accedió al piso y borró involuntariamente pruebas o huellas. Luego registraron la casa de su amante, pero no el chalet, porque la policía no sabía ni que existía», añadió. Esa mujer a la que alude continuamente Josefina fue investigada por los agentes y su esposo pasó cinco días detenido, hasta que finalmente quedó en libertad por falta de pruebas inculpatorias.

La hermana de Modesto, a su vez, fue juzgada en el año 1993 por presuntas amenazas de muerte a la compañera de aquél, si bien ante el Tribunal proclamó su inocencia. La amante, por su parte, siempre ha mantenido que no tuvo nada que ver con el crimen. Sea como fuere, trece años después de aquellos dramáticos acontecimientos de la calle Escultor Galmés el caso sigue pendiente de resolución y nada hace prever que en breve se modifique la situación. «Está muy claro que tras aquello está la mano de una mujer: se metió con él en el cuarto, luego limpió el piso... es todo tan evidente que no entiendo por qué la policía no sigue investigando», concluyó Josefina, que en breve regresará a Madrid.