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Antes de morir, queremos vivir dignamente». Estas palabras del exfutbolista Juan Carlos Unzúe resonaron en la Sala Constitucional del Congreso de los Diputados para reivindicar la puesta en marcha de la ley ELA, que no sólo duerme en un cajón desde hace dos años, sino que ha sido bloqueada 50 veces. Y resonaron para oprobio y vergüenza de sus señorías. Solo cinco diputados estuvieron presentes en la jornada organizada para pedir una regulación que garantice una vida a las personas con esclerosis lateral amiotrófica porque esa es la diferencia entre vivir y morir con dignidad. Esta enfermedad, que afecta a más de 4.000 personas en España, de las que cerca de un centenar residen en Baleares, conlleva unas necesidades especiales y es una de las más discapacitantes que existen hoy día, por lo que hacer frente a los cuidados sanitarios puede suponer un gasto de hasta 60.000 euros anuales, pero, ¿qué les importa eso a nuestros políticos? ¿Cómo pueden mirar a la cara a los enfermos? Que expliquen esta indignidad a la que se niegan a poner solución.