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La mano invicta del caudillo sostiene, sobre los vientos, la bandera triunfadora. Un recuerdo final para los que cayeron en la lucha y nos dieron el más alto ejemplo de la fe en Dios y en España». Este es parte del discurso que pronunció Miquel Forteza Pinya, fundador de la Obra Cultural Balear (OCB), en el primer aniversario de la victoria de Franco en la Guerra Civil. Fue el 1 de abril de 1940 en un acto en el Ayuntamiento de Palma y le tocó hablar porque era nada menos que el número dos del consistorio franquista.

Ahora que el Gobierno de Sánchez ha premiado a la organización catalanista OCB, vale la pena rescatar del olvido la historia de su fundador. Los importantes cargos que tuvo en la guerra y posguerra han sido obviados en sus biografías. Ni siquiera aparecen en su libro de memorias. Miquel Forteza fue jefe de Obras Públicas de Baleares en un periodo en el que se usaba la mano de obra esclava de los presos republicanos. También participó en desfiles, financió el monumento de sa Feixina y aparece en una foto de 1937 con el vicealmirante Moreno, jefe de la flota franquista en el Mediterráneo. Por su parte, su hermano Guillem diseñó el monumento a los caídos por Dios y por España en Santanyí.

A pesar de ello, como tantos otros a los que se ha condenado en los últimos años por apoyar la dictadura, Miquel Forteza no era un franquista convencido sino un hombre adaptado a su tiempo. Hay que entender las circunstancias. Cuando sobrevino el golpe militar tenía ya 48 años y era, además de un excelente ingeniero de caminos, un escritor xueta y catalanista. Tenía muchas papeletas para sufrir represión, pero se adaptó y el régimen supo aprovechar sus capacidades. Hasta Llorenç Villalonga se sorprendió de aquello: «Forteza jamás ha disonado en Mallorca, es una especie de Aina Cohen», reconoció, refiriéndose a la poetisa xueta de Mort de Dama.

Forteza era una persona muy inteligente y devota. Su familia era acomodada y tenía una finca en La Vileta. Estudió en Montesión y sacaba tantas matrículas que el gobernador civil le felicitó personalmente. Sus hermanos también estudiaron carrera en la Península. Uno era arquitecto y el otro ingeniero agrónomo. No obstante, su vida personal no fue nada fácil. Perdió a su padre siendo muy joven y a su hermano Guillem –que había sido alcalde en 1923– también de forma prematura en 1943. Según la escritora Antònia Sabater, él siempre culpó a Villalonga de ser el causante indirecto de esta muerte.

En sus memorias desvela su odio hacia los botifarres, es decir, la nobleza mallorquina. Lamenta que, como teniente de alcalde, le tocó ir a procesiones con ellos: «Hagués anat a qualsevol altra processó que no hagués estat a la d’aquests ximples».

Forteza fundó la Orquesta Sinfónica de Mallorca y fue elegido primer presidente de la OCB. Ejerció el cargo desde su fundación en 1962 hasta que falleció en 1969, con 81 años de edad. Actualmente tiene calles a su nombre en Palma y Marratxí y, a pesar de su pasado franquista, nadie de Més ha pedido que las retiren. Como él mismo escribió, «parlar d’un home que no té cap defecte fa son, perquè el més just peca set vegades cada dia».