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Sabemos que la clase política vive en un mundo paralelo y gracias a sus generosas retribuciones y escasas responsabilidades apenas comparten alguno de los problemas que acosan a la ciudadanía a pie de calle. Vale que hay miles de vecinos de Palma cuya existencia es holgada y estable, pero otros muchos miles las pasan canutas a diario, a rebufo de unos salarios insuficientes y unos precios demenciales, en especial en lo que concierne a la vivienda. Es el principal problema social de esta ciudad y cuando quienes la dirigen se ponen a hablar de ello parecen venir de otro planeta. Vox sugiere rebajar el IBI a los propietarios cuya casa está okupada. A ver, cuando a alguien le arrebatan su propiedad lo que quiere y necesita es que la autoridad acuda de inmediato y la libere. Ni rebajas de impuestos ni lástima ni palmaditas en la espalda, ni siquiera un juicio rápido o colocar una alarma. A los okupas se les expulsa y punto. La oposición más progre, en cambio, aspira a topar los precios del alquiler, o subir los impuestos al propietario de un piso vacío para forzarle a ponerlo en el mercado. ¿A cuántos caseros conocen? ¿Saben a qué problemas se han enfrentado y qué soluciones políticas o legales han encontrado? Qué fácil es plantear chorradas cuando no peligra ninguno de tus intereses. Los profesionales de la política deberían quedarse bien calladitos cuando llevan décadas gobernando –en todas las instituciones– y no han construido ni un solo edificio de viviendas sociales y los que había se los han okupado. Es ahí donde pueden topar el precio del alquiler, pero ni siquiera en ese ámbito han sabido gestionar bien las cosas. Basta echar una mirada al completo desastre que es el Ibavi.