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Cuando todos los balances y resúmenes del año, de los que ya hemos leído docenas profusamente ilustrados, se parecen mucho a los numerosos pronósticos para el inmediato 2024, y así el pasado y el futuro se confunden en una bazofia incomible, es que algo está al revés, o viceversa. Me temo que somos nosotros los que estamos al revés, o lo estaremos. La guerra de Ucrania, con menos cobertura y a media luz, profetiza más guerra en Ucrania, hasta el último dron, y si después se tiene que hacer a pedradas, pues a pedradas. La matanza de Gaza supuestamente contra Hamás, que fue un invento atroz de Netanyahu para dividir y restar poder a la Autoridad Palestina, prefigura la toma definitiva de la Franja, la reducción de Cisjordania a unas manchitas en el mapa, y el viejo sueño del Estado de Israel de que los palestinos supervivientes se larguen de una vez. Décadas hace que lo intentan, pero no se atrevían a decirlo. Y Netanyahu ya lo ha dicho: «Jamás toleraremos que la Autoridad Palestina mande en Gaza». He aquí un pasado futuro, un resumen del año convertido en profecía bíblica: «Lo que fue, eso será». Pero hay más. A las numerosas víctimas de verdad, incluidas las de la inflación y los tipos de interés de las hipotecas, que no tienen fuerzas para quejarse, se agregan los individuos y colectivos que buscan con afán un vaso de agua donde ahogarse, a fin de hacerse las víctimas. Qué plaga, el victimismo político. Ni siquiera la ferocidad de la nuestra oposición de derechas, que ya ha agotado el diccionario de insultos al Gobierno, se priva de usarlo denunciando golpes de Estado, el fin de la democracia constitucional, dictadura. Hasta yo me atrevo a pronosticar que el año nuevo se parecerá a esa larga mesa donde se sientan, inmóviles y enojados, los miembros del CGPJ. Siempre idéntica a sí misma, petrificada, es igual de cuándo sea la imagen que tanto muestran los telediarios. No es el primer año en el que balances y pronósticos coinciden, y ahora mismo me suena que este párrafo ya lo he escrito antes. O viceversa. Tendrán que perdonarme, pero si el mundo está al revés, enseñando las costuras, cómo quieren que esté yo. Al revés, con el aliento del futuro en el cogote.