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El proyecto Buy Nothing nació en Washington pero se ha extendido por todo el mundo y está llegando a Mallorca. Se trata de una llamada de atención al consumismo desaforado que hace perder el control a muchas personas que todavía tienen algo de humanas sobre todo en fechas comerciales. Su objetivo es evitar tener que comprar un tipo de producto durante un determinado margen de tiempo. Algo así como decir que a lo largo de este próximo año no me voy a comprar zapatos porque ya tengo muchos, o que evitaré adquirir un abrigo aunque los que tenga estén pasados de moda. En ningún caso se trata de una ideología política. Nada tiene que ver con el anticapitalismo. No atenta contra el mercantilismo industrial. Ni pretende erradicar la industria empresarial como fuente de desarrollo económico. El proyecto Buy Nothing se define como una forma de dejar de lado el modelo de escasez de nuestra economía monetaria, en favor de compartir de forma creativa y colaborativa la abundancia que nos rodea. Una de sus dimensiones está en el intercambio gratuito de productos. Promociona el reciclaje y ahorra en gastos de producción y distribución. Lo que comenzó como una campaña a través de Facebook hoy cuenta con millones de seguidores en todo el mundo. A mí, el proyecto Buy Nothing me parece muy bien como fórmula de autodefensa del bolsillo propio, aunque tengo la impresión de que sus objetivos principales ya están recogidos en grandes organizaciones no gubernamentales. Lo que se me antoja más original y a la vez interesante de este proyecto es su dimensión personal. La de los proyectos individuales, las opciones particulares, los retos personales. Algo así como el gesto de pararte a pensar delante de un escaparate de Jaime III o de la página web de turno, si realmente
necesito lo que estoy viendo, aunque esté de oferta.