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Recuerdo que, de niño, tenía en mi casa una de esas enciclopedias de cuando todavía se imprimían enciclopedias y de cuando los bancos regalaban enciclopedias (o simplemente de cuando todavía regalaban algo), en la que aunque la entrada correspondiente a Walt Disney se hallaba, como es normal, en la letra de, bajo su nombre aparecía como información biográfica que en realidad se llamaba José Guirao Zamora y era de Almería. Por entonces, ya se sabía que aquella era una de esas fake news de cuando todavía no se habían puesto de moda las fake news que habían circulado durante el franquismo para mayor gloria del Régimen y que habían llegado a sobrevivir a él, a pesar de que todavía no existían las redes sociales, convertidas en asunto de revistas y programas de misterio junto con la identidad de Jack el destripador, las líneas de Nazca o quién mató a Kennedy. De que Disney hubiera sido criogenizado después de morir, en la enciclopedia no se decía nada, pero ese ha sido siempre también uno de los misterios al tratar sobre su persona, aparte del de si Goofy es un perro o una vaca. Esto último, al menos, ha sido la propia compañía la que no hace mucho ha querido aclararlo de una vez por todas: es un perro. Sus explicaciones de cómo es posible que, siendo un perro, Goofy se pasee llevando de una correa a Pluto, a algunos, sin embargo, no terminan de convencernos.