TW
0

De Rubin ‘Huracán’ Carter el mundo estuvo diez años sin recordar siquiera que existía. Fueron los primeros diez de los veinte que pasó en la cárcel condenado por asesinato. Fue en 1975 cuando Bob Dylan le dedicó aquella canción con la que reclamó un juicio justo y todos se acordaron de pronto del boxeador que en 1963, tres años antes de entrar en prisión, había noqueado a Emile Griffith en el primer asalto y era uno de los candidatos al título del peso medio. De la existencia de Oscar Pistorius muchos nos hemos vuelto a acordar también estos días cuando ya dábamos por bueno que hubiera desaparecido de nuestras vidas. Diez años después de pisar por primera vez la cárcel por la muerte de su novia, a la que le pegó cuatro tiros a través de la puerta del cuarto de baño, el hombre que llegó a las semifinales de los 400 metros lisos de los JJOO de Londres de 2012 gracias a las dos prótesis de fibra de carbono que tenía en lugar de piernas ha conseguido por fin la libertad condicional. Rubin Carter salió a la calle en 1985, casi vente años después de escuchar su sentencia, cuando las evidencias demostraron que él no había participado en aquel triple asesinato por el que el juez dictó cadena perpetua. Luego vino la película, pero para entonces incluso yo le había dedicado ya un artículo. Pistorius saldrá a la calle en enero del próximo año. Sigue manteniendo que es inocente. Que no sabía que se trataba de su novia. Que pensaba que era un ladrón. De momento ya ha tenido su serie y, por si acaso, aquí está también mi artículo. Me perdonarán que esta vez modere mi entusiasmo. Para empezar, nunca debieron dejarle correr.