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División de pareceres en el Banco Central Europeo, que también afecta a los gobiernos, según crónicas diferentes: política monetaria y política fiscal. El sector ‘duro’, en el que están representantes de los llamados países frugales, son partidarios de retirar los estímulos monetarios y económicos ante el repunte de la inflación. El sector ‘blando’, más flexible, se muestra inquieto ante la subida de los precios, pero consciente de que no pueden cometerse los mismos errores que se observaron durante la Gran Recesión, tras la retirada de estímulos que estaban funcionando desde 2008 hasta principios de 2010. Se dirime, en esencia, la subida o el mantenimiento de los tipos de interés. E, igualmente, la política de inversiones y ayudas.

Temas vitales, claves. En tal contexto, la situación de la Unión Europea es distinta a la de Estados Unidos: aquí la inflación se ha encumbrado más, mientras parece más estable en el ámbito comunitario europeo. Sin embargo, la Comisión Europea mantiene un horizonte de control de precios, en un contexto que se caracterizaría por la estabilización en los de la energía y la desaparición gradual de los desajustes entre la oferta y la demanda. Deseo que obedece a una amplia batería de datos. En tal sentido, son importantes los mensajes de cautela, a causa de la incertidumbre que se produce en la economía, ante posibles tomas de decisiones presididas más por preceptos ideológicos que técnicos. Los movimientos al alza de los precios impulsan lo que puede calificarse como ‘miedo a los mercados’, un proceso que se conoció en 1937 en pleno desarrollo del New Deal en Estados Unidos, y que motivó la retirada prematura de inversiones y otras ayudas.

La consecuencia: la caída del PIB a partir de 1938. En 2010, tras dos años de políticas fiscales más expansivas en Europa, se apreció una orientación similar: la austeridad impuso la urgencia en equilibrar las cuentas públicas, reducir las inversiones y controlar los créditos; una reedición de aquel ‘miedo a los mercados’, consagrada además por la subida de los tipos de interés por parte de Jean Claude Trichet, máximo dirigente del BCE. Desenlace: persistencia de la recesión en la Unión Europea hasta 2013. Mientras tanto, el mantenimiento de los estímulos monetarios en Estados Unidos por parte de la FED con reducciones en los tipos de interés, impidió el agravamiento económico y consagró la recuperación en 2009.

El presidente del banco central estadounidense, el historiador económico Ben Bernanke, republicano y conservador –Premio Nobel de Economía–, tenía un activo intangible crucial, de gran utilidad en su decisión de no subir los tipos de interés: sabía historia económica, ya que su tesis doctoral había versado sobre el crack de 1929. E hizo lo contrario que aplicó Roy A. Young, el presidente de la FED entre 1927 y 1930: la subida de tipos de interés para pinchar la burbuja bursátil. Craso error que condujo, entre otros factores, a la Gran Depresión. Hasta un monetarista extremo –y muy conservador– como Milton Friedman ha criticado lo que hizo Young tras el desplome de Wall Street. Lecciones a tener en cuenta.