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El pasado miércoles la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula Von der Leyen, pronunció su discurso sobre el Estado de la Unión. Era su cuarto discurso, el último antes de las próximas elecciones europeas, previstas del 6 al 9 de junio de 2024. Ante el Parlamento Europeo (PE), hizo un balance del último año, presentó las prioridades para el próximo y explicó las iniciativas a emprender para lograr los objetivos marcados.

El apoyo a Ucrania y la crisis energética fueron temas recurrentes en su discurso; se refirió al Pacto Verde (la estrategia de la UE frente la crisis ambiental) como el epicentro de nuestra economía; a las reformas para una fiscalidad común; a la tecnología digital y la influencia de la inteligencia artificial en nuestras vidas: y a la protección de los valores de la UE, incidiendo en la igualdad, la inclusión y la justicia social.

La práctica de pronunciar, cada año en septiembre, un discurso sobre el Estado de la Unión, en la UE, se remonta al 2010. Siendo diputada en el PE, recuerdo que fue José Manuel Durão Barroso, entonces presidente de la CE, quien pronunció el primer discurso de estas características. Se centró entonces en proponer medidas urgentes para afrontar la crisis económica y financiera que habían puesto a la UE ante uno de los mayores desafíos de su historia.

Los discursos presidenciales sobre el Estado de la Unión son habituales en los estados federales. Estados Unidos tiene una larga tradición. El presidente George Washington fue el primero en dirigirse al Congreso en 1790. Actualmente, cada mes de febrero, el presidente pronuncia un discurso en el Capitolio ante una sesión conjunta del Congreso, que se transmite a una amplia audiencia y es objeto de una gran atención mediática.

De hecho, este tipo de discursos tiene sus raíces en los ‘discursos del trono’ que se remontan al siglo XVI. En el Reino Unido, aunque lo escribe el gobierno, lo pronuncia el monarca en la apertura del Parlamento. Lo mismo sucede, en Canadá, donde lo pronuncia el gobernador general en nombre del monarca.

Discursos similares en forma y fondo se dan entre las democracias parlamentarias europeas y tienen réplicas a nivel regional. En España lo pronuncia el presidente en el debate sobre el Estado de la Nación; lo instauró el presidente González en 1983 y, en nuestras Islas, en el debate de Política General que viene celebrándose desde 1985.

Se trata de instrumentos muy válidos para la rendición de cuentas y relevantes a efectos de transparencia y comunicación con la ciudadanía, con la que es imprescindible establecer canales para escuchar su voz porque, como dijo Von der Leyen al final de su discurso, si algo es importante para los europeos, es importante para Europa.