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Casi toda la cultura es artificial (mesas, camas, sandalias, toallas, máquinas, algoritmos, pantallas, hasta el sexo), y por supuesto, también los paraísos que los seres humanos no dejan de buscar. ¿Es la IA el último paraíso artificial en construcción? Genéricamente, es decir, tecnológicamente, sí; no hay más que ver el entusiasmo y el alborozo que suscita, y la euforia de los inversores. Pero no, de ninguna manera, la IA no tiene nada de paradisíaco, ni siquiera ateniéndonos al viejo concepto de paraíso artificial que inventó Beaudelaire en 1858 para explicar sus atolondradas experiencias con el hachís y el opio. Salvo que en tanto que droga dura, la inteligencia también provoca unos colocones tremendos, sobre todo a gentes no acostumbradas a ella.

Como el propio Beaudelaire, en fin, que del paraíso sólo vio la mala sombra, igual que si fuese una higuera. La verdad es que con la cantidad de cosas artificiales que aún necesitamos, y que al no existir en la naturaleza son difíciles de encontrar (sueldos decentes, bondad artificial, tolerancia, paciencia, antigravedad, almas cibernéticas), parece mentira que se pretenda construir un paraíso artificial empezando por la inteligencia. Que menudos disgustos nos da. Un poco de ironía artificial sería preferible, y no digamos las alegrías artificiales, mucho mejores que las naturales. Pero he mencionado antes, y no me pasó desapercibido, las almas artificiales (espíritus humanos tecnológicos), que inyectadas a través de la carótida y mezcladas con las originales, nos dotarían de una nueva mentalidad propia, exclusiva, personalizada y garantizada.

Porque la que tenemos está plagada de opiniones ajenas y fruslerías. Y así no hay paraíso artificial imaginable. Estoy rotundamente a favor de todo lo artificial (la literatura es lo más artificial que existe), y no me molestaría nada tener un alma falsa, una AA similar a una dentadura postiza o un peluquín. Si se estropea, acudiríamos al técnico informático en lugar de al psicólogo, lo que ya sería el paraíso. Artificial, pero paradisíaco. En cuanto a la IA… No, por favor, inteligencia ya tenemos, y de sobra. Con el trabajo intelectual que me costó librarme de la mía.